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A.C

A petición del Papa San Juan I, Dionisio el Exiguo creó el referente cronológico establecido: a.C y d.C. Descartando la era Alejandrina de Diocleciano para comenzar a numerar los años a partir del nacimiento de Jesús. Me imagino que en Holanda optaron por el mismo sistema, futbolísticamente hablando, a excepción que su Cristo llevaba el apellido Cruyff y envés del sagrado “33” era devoto al mítico “14”. 

Hablar de Holanda, antes de la llegada de su salvador, refiere a una tierra infértil donde los resultados caen sobre lo intrascendente y el reconocimiento no es suficiente para colocarse como uno de los países referentes del fútbol europeo. Venciendo a Irlanda y a Bélgica (eterno rival), lograron clasificarse por primera vez en su historia a una Copa del Mundo. El mítico estadio de San Siro acogió el debut y despedida del cuadro neerlandés al caer tres goles a dos ante el conjunto suizo. Repetirán la misma hazaña clasificatoria para conseguir un boleto al mundial de 1938, pero los checoslovacos serían verdugos de una naranja carente de mecánica. Dos Mundiales, dos partidos disputados y dos derrotas. Ningún destello en la escena internacional. 

A nivel clubes las cosas tampoco prometen, ya que a la hora de medirse ante similares continentales en la Copa de Europa caen en las rondas prematuras. Tan solo en la temporada 1962-63 el Feyenoord de Rotterdam (archi enemigo del Ajax de Amsterdam) logró instalarse en las semifinales del campeonato, pero sería derrotado por el Benfica de Eusebio. Países Bajos parecía estar condenado al olvido y soportar vivir como una nación de relleno. 

Todo cambió un 25 de abril de 1947, ya hubiera sido mucha coincidencia que este chico naciera en diciembre. Hermanus Cornelius Cruyff y Petronella Bernarda Draaijer, interpretando a José y María (no descarto alguna colaboración divina), engendraron al segundo de sus hijos: Johan Cruyff. Curioso, mismas iniciales que Jesu-Cristo. 

Chico escuálido, portador de una melena beatle y con la cualidad de siempre llevar un balón pegado al pie. Como si se tratara de una extensión adicional a su cuerpo; un hueso más. Dentro del humilde barrio obrero de Betondorp la pequeña resurrección moderna soñaba con debutar en el equipo de mayor envergadura en Amsterdam: el Ajax. Tanto así que su madre le había cosido una franja roja a una de sus camisetas blancas y, más tarde, Petronella trabajaría como personal de limpieza en el club y gracias ella “JohanChrist” formó parte de una de las academias más privilegiadas del futbol. 

Con tan solo 12 años vivirá su primer revés tras la muerte de su padre por un ataque al corazón. Parecía que el sueño del pequeño Cruyff comenzaba a tambalearse, pero Petronella no permitió que la ilusión de su hijo muera y aceptó en que abandonara sus estudios para dedicarse de lleno al balompié. Eso sí, con la condición de buscar un trabajo y aportar a la economía del hogar. 

Por fortuna consiguió “chamba” dentro de la estructura del Ajax, incluyendo responsabilidades como cuidador de vestuarios o limpiabotas, a la par que entrenaba en las divisiones formadoras del club. La única desventaja es que su físico no le permitía competir con los demás chicos. Sin embargo, se refugiara en una nueva figura paterna. El hombre que se abocó por preparar un programa de ejercicio físico personal y hacerlo embarnecer. El culpable de convertirlo en un crack con el balón, pero un pensador y filósofo apartado de la redonda. Mentor y deidad, el mismismo Rinus Michels. Gracias a él, con tan solo 17 años debutó en la primera división holandesa, vistiendo los colores del Ajax un 15 de noviembre de 1964. Mientras que Jesús de Nazareth tardó años para curar leprosos, endemoniados, convertir el agua en vino o cualquier otro de sus múltiples milagros, a Johan tan solo le bastaron minutos para conocer sus poderes sobrenaturales y marcar el único tanto de su equipo en el encuentro. A la postre, todo el mundo celebraría con fe a ese niño nacido en Amsterdam y daría por iniciada la época del d.C neerlandés.

Cruyff comienza a denominarse como el típico jugador distintivo. Aquel que tiene las soluciones ante los problemas más vertiginosos, capaz de tener más de un plan en la cabeza mientras transcurre la acción, aprovechar las debilidades del rival y hacerles provecho. No solo impresionaba por sus amagues con la diestra sino por su comprensión de juego y ser un absoluto tiempista. Cuando el futbol comenzaba a jugarse a una velocidad aumentativa, Johan decidió tomar pausas y ser el más pragmático de todos. Así era él; un rebelde que siempre iba ante lo establecido. 

En apenas su segunda temporada fue capaz de marcar más goles que partidos disputados y, tras una sequía de seis años, el Ajax volvió a levantar un título liguero. “Jesús” ya había logrado su primer milagro nacional, era turno de hacerlo de manera continental. Bajo la influencia y mandato de Rinus Michels, el Ajax logró convertirse en el primer equipo holandés en jugar una final de la Copa de Europa (1969) o de algún torneo entre clubes europeos. Eliminaron al Benfica de Eusebio en cuartos de final, pero fueron goleados en la final por el Milán de Gianni Rivera. Pese al fracaso, esta proeza demostró la capacidad y ambición del balompié neerlandés, partiendo desde una filosofía estética y posteriormente ganadora. Por los siguientes cuatro años dos equipos neerlandeses aparecieron en finales de la Copa de Europa, logrando un cien por ciento de efectividad. 

Para desgracia de los de Amsterdam, el Feyenoord tuvo el honor de ser el primer club holandes en levantar una Copa de Europa tras vencer por la mínima al Celtic de Glasgow. Un año después, 1971, el Ajax imitaba los pasos del eterno rival y se consagró por primera vez en Europa. Hazaña que también repetiría en 1972 y 1973, convirtiéndose en el segundo tricampeón de la actual Champions League y en la nueva dinastía del viejo continente. Durante ese lapso el redentor Cruyff fue máximo anotador de la Eredivisie y Copa de Europa, Bota de Oro y dos veces Balón de Oro. En el apodado club de los judios, Cruyff fungía a la perfección como mesías.  

Tras 36 años en la oscuridad, Holanda regresaba a una Copa del Mundo y con un mejor currículum que en las anteriores ocasiones. “Johan Cruyff Superestrella” ha puesto fin a su relación con el Ajax y al enterarse que negociaban a sus espaldas un posible traspaso al Real Madrid, puso en práctica su rebeldía y optó fichar por el Barcelona (donde logró conseguir su tercer Balón de Oro) a un costo de 60 millones de pesetas. 

Decía Walter Benjamin que la historia es escrita por los ganadores, pero el Mundial de 1974 resultó una anomalía. Bajo la palabra de Michels, y la impecable interpretación de su profeta, el rebaño holandes dejo atras en el camino a Uruguay, Argentina y Brasil para colocarse en su primera final mundialista, encontrando la respuesta del éxito en un sistema perfeccionado donde cualquier jugador que se mueve fuera de sus posición es sustituido por un compañero. Vaya manera tan vulgar de describir algo tan complejo como el futbol total.

En la gran final esperaba Alemania y aunque comenzaron ganando con un penal provocado por Cruyff los tantos de Breitner y Muller hicieron a la anfitriona campeona por segunda vez en su historia. La Mannschaft triunfó en la cancha, pero la “Naranja Mecánica” pasó a la historia. El primer y último mundial de Cruyff, quien se negó a participar en el Mundial de Argentina de 1978 debido a los derechos infringidos por la dictadura y no llegar a un acuerdo económico con Adidas. Patrocinador de la selección holandesa, a los que enfureció tras vestir una camiseta con dos rayas negras de la marca Puma (patrocinador de Cruyff) en plena final. Rebelde con causa. 

En cinco temporadas como blaugrana tan solo pudo conquistar un título liguero y otro copero. Johan ofreció un desempeño promedio dentro de la cancha, pero fue capaz de integrarse a la cultura catalana como ningún otro. Tanto así, que decidió llamar a su tercer hijo Jordi en una época donde el régimen franquista desaprobaba los nombres en catalán u otra lengua regional española. En el registro civil le insistieron en llamarlo Jorge, pero prefirió ofender sin balón.  

Tras un fugaz paso por Estados Unidos y una pequeña cesión en Levanté, regresó a su hipotética Nazareth, Amsterdam, con 33 años de edad y volviendo a fichar con el Ajax.  Dado la comparativa uno pensaría que es el momento de la crucifixión de Cruyff, pero aún tenía futbol por desplegar y logró ganar dos ligas holandesas con el club de sus amores. Sin embargo, en su última temporada como Godenzonen (hijos de los dioses en holandés) el presidente del Ajax declaró que a su mesías le faltaban capacidades para seguir jugando en la élite neerlandesa.

Ante el desatino de esta declaración despertó, una vez más, la rebeldía cryuiffiana y no solo se negó a renovar con el Ajax sino que fichó por el eterno rival: el Feyenoord. Dentro de este talentoso Cristo se esconde un perverso Judas. En su última “tentación”, con 37 años, ganó la Eredivisie, la Copa Holandesa y fue designado como el mejor jugador de la liga. Poniendo fin a su genial carrera. 

Posteriormente llegó su etapa como entrenador. Un tipo con esa lectura, genialidad y comprensión del juego no podía dejar pasar la oportunidad de sentarse en un banquillo y plagar sus ideas aprendidas del maestro Michels. Sin rencor alguno dirigió al Ajax por tres temporadas, ganando dos copas holandesas y una Recopa de Europa. Su ciclo de jugador se repetía como entrenador, ya que en 1988 el Barcelona lo nombraba como el nuevo mandamás. Con la única diferencia que su paso en tierras catalanas fue más exitoso, instalando una escuela futbolística que hasta el día de hoy sigue ejerciendo en el club culé. Priorizando el estilo sobre el resultado dado que jugar futbol es fácil, pero jugar al fútbol bien es complicado (remitiendo una de sus célebres frases). Pese al estilo también llegaron los resultados, Copa de Europa de 1992, y fue el primer entrenador en hacerle creer al Barcelona que podrían convertirse en un equipo mayúsculo. Lo que Rinus Michels perfeccionó, Cruyff lo potenció y, años más tarde, Guardiola lo recicló.  

Ahora me percato que no solo hay un a.C y d.C en el futbol holandés sino también globalmente. Un personaje que revolucionó la manera de jugar, analizar y percibir este hermoso deporte. Antes de Messi había un Maradona, de Ronaldo un Pele, de Klose un Beckenbauer, de Baggio un Rossi, de Rooney un Charlton, de Cristiano un Eusebio, de Zidane un Platini, etc. Antes de Cruyff, Holanda no tenía nada que presumir. A modo de sacrilegio, John Lennon alguna vez declaró que Los Beatles eran más grandes que Jesús. Que ridículo… se le olvidó mencionar también a Cruyff, quien realizó más milagros y vivió alrededor del doble de años. El mejor de todos los tiempos.

Por H.N.

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