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Khalida Popal

El 15 de agosto de 2021, los militantes talibanes volvieron a tomar el control de Kabul, la capital de Afganistán. Esto ocurrió tras casi dos décadas después de que las tropas estadounidenses y sus aliados intervinieran en esa nación. Este hecho, entre otras cosas, ha generado una nueva ola de violencia (sistemática) en contra de las mujeres afganas que crecieron y obtuvieron derechos tras del derrocamiento talibán. 

¿Talibán?

Es un movimiento político y paramilitar afgano de ideología fundamentalista islámica. Son suníes y, en su mayoría, de etnia pastún. Se caracterizan por profezar el islamismo ultraconservador, es decir, son partidarios de aplicar de forma radical los principios del islam en los ámbitos político, legal y social

El término “talibán” proviene del pastún ṭālib, que significa “estudiante’”.

Tienen una visión estricta de la vida musulmana, así que, abiertamente, buscan combatir la influencia de los valores occidentales. Los talibanes surgieron en 1994, durante la Guerra Civil Afgana (1991 a 2001). Y fue en 1996 cuando tomaron el control de Kabul, la capital de Afganistán. De esa manera terminaron por apoderarse de prácticamente toda la nación, además, fundaron el Emirato Islámico de Afganistán.

El nombre “talibán” está relacionado con los orígenes del movimiento, surgido en las madrasas paquistaníes, financiadas por Arabia Saudita, en las que estudiaron los refugiados afganos que fundaron el grupo. 

Cinco años después de haber tomado el control, en 2001, Estados Unidos y sus aliados internacionales intervinieron el país para derrocarlos. Desde ese momento hasta ahora, los militantes talibanes libraron guerra de guerrillas contra el gobierno afgano. Pero ahora, retomaron el poder.

La invasión de Afganistán fue parte de la «Guerra contra el terror» declarada por el expresidente estadounidense George W. Bush después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Un acuerdo de paz que generó una guerra

Pero, ¿cómo es que los talibanes pudieron derrocar al aparato gubernamental? Todo inició el 29 de febrero de 2020, cuando el gobierno de Estados Unidos, dirigido en ese entonces por Donald Trump y los talibanes firmaron el Acuerdo para Traer la Paz a Afganistán (también conocido como Acuerdo de Doha). Éste fijó un plazo de 14 meses, desde su anuncio, para que paulatinamente iniciaran la retirada de las tropas estadounidenses  y sus aliados internacionales de Afganistán.

“Este acuerdo va a probar la sinceridad de los talibanes”, declaró el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.

Además, entre otros puntos, en dicho Acuerdo, Estados Unidos se comprometió a levantar las sanciones que había impuesto sobre los líderes talibanes. A cambio, los talibanes no permitirían que «ninguno de sus miembros, ni otras personas o grupos, incluida al-Qaeda, usen el territorio afgano para amenazar la seguridad de Estados Unidos y sus aliados».

Pasaron los meses y el plazo se cumplió. En su momento, Donald Trump y ahora, Joe Biden, repitieron un discurso en el que aseguraban que tras la retirada total de las tropas, serían las fuerzas de seguridad afganas las que tomarían el control. Sin embargo, no ocurrió así. Conforme las tropas se fueron retirando, las ciudades afganas fueron cayendo en manos de los talibanes. El gobierno terminó por colapsar e incluso el presidente Ashraf Ghani huyó al extranjero. ¿El motivo? Desde que los talibanes cayeron en 2001, jamás reconocieron el gobierno de Kabul.

“Diversos mandos militares y policiales afganos aceptaron rendirse ante los talibanes a cambio de dinero, una vez que el Acuerdo de Doha dejó claro que la retirada de las fuerzas de Estados Unidos era inminente”. The Washington Post.

Días oscuros

A la escasez de comida, el evidente conflicto armado y el colapso gubernamental en el que se encuentra sumido Afganistán, hay otro temor. El regreso (obligado) de las mujeres a la oscuridad por parte de los talibanes. 

“La vida” entre 1996 a 2001, bajo el régimen talibán, obligó a las mujeres a usar un traje en que les cubriera todo el cuerpo, conocido como burka, siempre que quisieran salir a un sitio público, al que tampoco podían ir sin que un hombre las acompañara. También se restringió la educación para las niñas mayores de 10 años, practicar algún deporte y tampoco se les permitía trabajar. Los compromisos matrimonios arreglados, sin que la mujer pudiera elegir, se normalizaron. Además de imponer castigos brutales, incluidas ejecuciones, lapidaciones, apedrear y latigazos en plazas públicas.

«No sé cómo será nuestro futuro. Esto me ha hecho perder la esperanza. Estoy buscando una manera de salir de Afganistán porque no hay esperanza para las mujeres». Comentó una mujer que no se identificó para la BBC.

Khalida Popal: pionera del futbol femenil en Afganistán

A pesar de los obstáculos a los que las mujeres, específicamente en Afganistán, han tenido que enfrentarse, la pasión por el balón les ha llevado y permitido crecer, no solo como deportistas, sino como personas. Y un nombre obligado al momento de hablar de futbol femenil y lucha por los derechos de las mujeres, es el de la afgana Khalida Popal; futbolista a la que Apuntes de Rabona tuvo el honor de entrevistar. 

Popal es la fundadora y capitana de la primera Selección Afgana Femenil de futbol (equipo formado en 2007) y una de las principales impulsoras del balompié en dicho país. Khalida comenzó a jugar futbol cuando era pequeña y aprendió a compartir el balón con sus hermanos, además, encontró en ese deporte una forma para escribir su propia historia. A pesar de la situación cultural de Afganistán y el régimen talibán bajo el que vivía, Popal recibió apoyo total de su familia para continuar con ese sueño a partir del balón: ser futbolista. 

“Animé a otras chicas a jugar conmigo. Así es como empezó todo. Pronto fuimos suficientes para formar dos equipos y empezamos a organizar partidos. No nos planteábamos que eso pudiera resultar mal visto o tener consecuencias, solo queríamos disfrutar del juego y de la vida. ¡Éramos niñas!”. (Khalida Popal)

El futbol femenil como herramienta

Khalida Popal, junto con sus amigas, encontró el sitio para jugar y divertirse: el patio trasero de la escuela, el cual era poco visible desde afuera, pues había muros alrededor que lo cubrían, lo que ayudaba a que no fueran increpadas, castigadas y humilladas. 

“Lo pasábamos tan bien que gritábamos y reíamos, y así es cómo se descubrió que jugábamos futbol. Y cuando eso se supo fuera del colegio, los profesores empezaron a ponernos obstáculos para seguirlo haciendo y también comenzaron a maltratarnos. A mí me pegaron y me insultaron delante de toda la clase por jugar futbol, y yo no entendía qué había hecho mal.

Nos comenzaron a acosar grupos de hombres afuera de la escuela, pues no querían que jugáramos futbol. Se plantaban delante de nosotras y nos insultaban, nos llamaban prostitutas y nos decían que teníamos que estar en la cocina y buscar un marido”. (Khalida Popal)

El exilio para seguir luchando

Pese a todo ello, Khalida se dio cuenta que el futbol ya no era solo un deporte o diversión, sino podría funcionar como una estrategia para visibilizar a las mujeres. Así que ella, junto a sus amigas, comenzaron a utilizar el balón para fortalecer a las mujeres, defender la igualdad y los derechos humanos.

Tras la caída de los talibanes, las cosas fueron cambiando, si bien no por completo, las mujeres obtuvieron y lucharon por sus derechos. En ese mismo sentido, Popal continuó corriendo con el balón y, en 2007, nació la primera Selección Afgana Femenil de futbol. Por primera vez, los hombres estaban conviviendo con mujeres que luchaban por sus derechos y que trabajaban duro para desarrollar el futbol femenil, además, claro, de tener mayor participación en la sociedad. Sin embargo, el desenlace de la historia no fue el esperado.

Khalida Popal comenzó a recibir advertencias para que se alejara de un deporte de hombres, después le siguieron las amenazas de muerte. Incluso llegó a ser atacada a golpes. Decidió dejar su país, lo que implicó alejarse de su familia, amigos, trabajo, carrera, además de los programas y actividades que había creado para otras mujeres.

«El sexismo está relacionado con la historia de Afganistán, es una cultura hecha por hombres. Las mujeres que crecen ahí y que nunca han conocido nada más, es como si les lavaran el cerebro, por eso están en contra de otras mujeres, por la ideología. Es un problema de raíz». (Khalida Popal) 

Se fue de Afganistán en 2011, lleva 10 años fuera de su país, sin embargo, no ha dejado de luchar. Creó Girl Power, organización que busca ayudar a refugiados a través del futbol y de otros deportes, con la intención de buscar su integración social. Además, tampoco abandonó a sus compañeras de selección, pues incluso, a la distancia, comenzó a utilizar los medios de comunicación para denunciar los abusos a los que fueron y estaban siendo expuestas. 

¿Qué sucederá con el futbol femenil en Afganistán?

Con el regreso al poder de los talibanes, parece que la violación sistemática a los derechos de las mujeres tomará aún más fuerza. Y, por supuesto, esto terminará impactando de alguna u otra manera en el balompié femenil. En octubre de 2021,  Khalida Popal comentó que no todas las futbolistas que pertenecen a la Selección Afgana Femenil de futbol viven en Afganistán, pues, precisamente por los ataques recibidos por hombres, algunas decidieron refugiarse en otros países, mientras que otras aún permanecían en el país.

Khalida Popal comentó que ha había recibido llamadas, mensajes de texto y de voz de sus compañeras, quienes temían por su vida debido a los talibanes, pues al final, ellas también formaron parte de esa lucha por los derechos de las mujeres a partir del balón. 

“Las he alentado a que eliminen sus canales de redes sociales, fotos, que huyan y se escondan. 

Me rompe el corazón debido a que todos estos años hemos trabajado para incrementar la visibilidad de las mujeres y ahora le estoy diciendo a mis mujeres en Afganistán que se escondan y desaparezcan. Sus vidas están en peligro”. (Khalida Popal)

La encomienda

“Ninguna sociedad florecerá realmente si no se incluyen a todos sus miembros, y la mitad de esos miembros son mujeres”. (Girl Power)

La posibilidad de vivir

Kim Kardashian, junto al rabino Moshe Margeretten, fundador de la Asociación Tzedek y el Leed United unieron fuerzas para rentar un avión en el que viajaron, de Pakistán a Londres, en el que viajaron 30 futbolistas afganas, de entre 13 y 19 años de edad. Junto a las jugadoras viajaron sus familias, por lo que un total de 130 personas lograron escapar del régimen talibán.

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Por: Ricardo Olín García / @ricardo_olin

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