Miroslav Klose es mundialmente conocido por ser el máximo goleador en la historia de la Copa del Mundo (en su rama varonil). También por ser el máximo goleador histórico de la Selección Alemana e incluso, es el único jugador que ha logrado disputar cuatro semifinales en un Mundial de manera consecutiva. No obstante, a pesar de lo deslumbrantes que son estos títulos, lo que realmente define a Klose va más allá de los récords.
Pensar diferente
El nombrado futbolista alemán del año en 2006 en realidad nació y creció en Opole, Polonia, rodeado de una fuerte comunidad alemana. A pesar de pertenecer a una familia arraigada al futbol, Klose, después de mudarse a Alemania, comenzó a jugar en ligas de distrito hasta los 20 años de edad. Le dio prioridad a sus estudios y finalmente se graduó del instituto como techador.
Después de jugar en el SG Blaubach-Diedekopf fue ascendiendo los peldaños del futbol alemán en FC Homburg, FC Kaiserslautern, Werder Bremen y, finalmente, Bayern Múnich, escuadra con la que tuvo sus mayores éxitos y donde destacan dos dobletes.
No obstante, fue su paso con “Die roten Teufel” el que le otorgó su primera convocatoria para la Selección de Alemania, conjunto con el cual logró una sinergia inexplicable, obteniendo un subcampeonato y dos terceros lugares, antes de, finalmente, levantar la Copa del Mundo en Brasil 2014. A pesar de su talento, existe algo dentro de Miroslav que lo hace resaltar por sus acciones.
Durante un partido de la temporada 2012/2013 de la Serie A, la Lazio visitó al Napoli. Después de un tiro de esquina, Miroslav Klose anotó un gol con la mano. Suceso que hizo que toda la escuadra napolitana protestara.
Momentos después, el acreedor de la bota de oro en Alemania 2006, se acercó al árbitro y le explicó que había anotado con la mano. El silbante decidió anular el tanto y todo el equipo napolitano decidió felicitar a Klose por su honestidad.
El equipo del alemán terminó por caer 3-0, pero él se ganó el eterno respeto de sus compañeros, jugadores contrarios y de toda la afición. Son detalles como estos los que caracterizan a Klose como un jugador que piensa diferente.
Una mente incansable
Dos años después de su retiro con la Lazio en 2016, el “11” de “Die Mannschaft”, y tras haber fungido como asistente de Joachim Löw, regresó al FC Bayern Campus con la intención de comenzar su carrera como entrenador de la escuadra bávara sub—17.
Logró conquistar la liga y pasó a ser entrenador asistente de Dieter Hansi Flick durante la temporada 2020/2021. No obstante, la visión de Klose para alcanzar un objetivo más grande, como líder estratega lo motivó a dejar al gigante de Baviera, esto incluso a pesar de que Flick lo solicitó como asistente para la selección nacional.
Sin embargo, antes de comenzar este nuevo sueño como entrenador en solitario, Miroslav Klose enfrenta el que, probablemente, sea el partido más difícil de toda su vida.
“Me descubrieron dos trombosis en la pierna. Me recetaron medicamentos y de inmediato recibí medias especiales que ahora tengo que usar durante todo el día. Los médicos me dejaron muy claro que no se debe jugar con esta situación. Por primera vez me han prescrito un reposo casi total.
No puedo aguantar un golpe, no puedo trotar, no puedo nadar, pero sobre todo no puedo jugar al futbol. Casi me vuelvo loco en el campo de entrenamiento. No poder patear o demostrar los ejercicios a los jugadores… Simplemente no poder hacer nada de forma activa: ¡Fue cruel! Solo podía pararme en el borde del campo… Eso no funciona, no quiero y no puedo trabajar como un entrenador.
Me di cuenta en los días que siguieron que no quiero comenzar mi carrera como entrenador en el futbol profesional así. Todo o nada. Tengo claro que ahora se trata de mi salud. La salud debe ser ahora una prioridad”. Declaró el artillero alemán con respecto al padecimiento que enfrenta en la actualidad.
Actualmente, Klose espera poder seguir cumpliendo sus sueños más allá de los récords.
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Por: Mario Badillo / @n7mariobadillo