El 23 de enero de 2019 aconteció uno de los sucesos que dio un giro al orden geopolítico en Sudamérica. El político venezolano y dirigente de la Asamblea Nacional de aquel país, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Tal acción corresponde a una llamada de oposición al gobierno de Nicolás Maduro que, desde 2013, ejerce como Jefe de Estado de Venezuela y cuya administración ha sido catalogada como dictatorial y que ha sumido a la nación en una crisis económica y humanitaria de grandes proporciones.
Se estima que el salario de un jugador promedio en Venezuela ronda entre 10 a 80 dólares por mes, mientras que los más reconocidos obtienen ganancias de 300 dólares.
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¿Cómo se encuentra Venezuela en este momento?
Para finales de 2020, la dura crisis que azota al país sudamericano generó que la inflación creciera hasta un 2.959,8 %. Con ello, productos de primera necesidad son casi imposibles de conseguir para la mayoría de la población.
La inestabilidad política y la escalada de violencia dañan la imagen de la nación bolivariana. Eventos deportivos como la Serie del Caribe 2019, que se supone se realizaría en Venezuela, tuvo que ser cambiado a Panamá. El futbol no se queda atrás, ya que de diversas manera ha sido tocado por la crisis y que afecta tanto a hinchas, jugadores y cuerpo técnico.
El trágico panorama que vive la población de Venezuela ha provocado que poco a poco se aleje de los estadios, ya que lógicamente existen otras prioridades más importantes que ir a ver un partido. El encarecimiento de comida, medicinas y artículos de aseo personal, hace que asistir a la grada a disfrutar un juego sea todo un lujo. Encontramos recintos vacíos, con poca o nula afición, lo cual también es una problemática para los clubes, ya que sin gente en los estadios no hay ingresos de taquilla.
Relacionado con esto, las protestas también impactan en la asistencia a los partidos. Muchos hinchas se ven con la obligación de ir a manifestarse y expresar su inconformidad a un gobierno que los desatiende, aunque también existe la otra facción que piensa que Maduro los salvará de la crisis. Siendo de uno u otro bando, estos seguidores del futbol olvidan, y con justa razón, su interés por el deporte.
No solo los hinchas son víctimas de la situación en Venezuela, los mismos jugadores se las ven difíciles. Como individuos no son ajenos a lo que sucede en su país. Uno pensaría que por ser jugador profesional se tendrían los recursos monetarios suficientes para subsistir, pero la realidad indica otra cosa. Se estima que el salario de un jugador promedio en Venezuela ronda entre 10 a 80 dólares por mes, mientras que los más reconocidos obtienen ganancias de 300 dólares.
El alza de los precios impide mantener al jugador y a su familia. Según el entrenador colombiano Diego Barragán, exdirector técnico del Yaracuyanos Fútbol Club de la Segunda División, varios jugadores de su plantilla muchas veces no llegaban a entrenar y si lo hacían no habían comido desde el día anterior, lo cual afectaba su rendimiento físico y emocional.
La falta de medicamentos también es un problema dentro del balompié en Venezuela. Muchos jugadores requieren tratamientos de antibióticos, los cuales son difíciles de conseguir y si se llegan a obtener es a un alto precio. La inseguridad también ha golpeado de lleno a los clubes. Tras la salida de varias aerolíneas del país, muchos equipos tienen que trasladarse mediante autobuses. Viajes de 14 a 16 horas se convierten en violentos, pues muchos de estos camiones son atacados por delincuentes que roban las pertenencias de los futbolistas.
Los directores técnicos renuncian ante la falta de seguridad e incluso entrenadores extranjeros, principalmente de Colombia, rescinden sus contratos y regresan a su país ante la situación venezolana. Los árbitros también son víctimas de la situación: falta de pagos y poca seguridad han llevado a varios a dejar de pitar.
El portal mediotiempo.com realizó una entrevista con la jugadora del Monagas SC, Yuriana Katherine Ávila González, sobre la situación del país y cómo ésta afecta su rendimiento. La liga femenil conformada por 14 equipos inició -como en México- en 2017. Sin embargo, las condiciones sociales están haciendo imposible su materialización. Yuriana afirmó que el problema de la electricidad y la crisis sanitaria son los más graves.
¿Qué decir de la selección? La Federación Venezolana de Futbol reconoce que la crisis del país impide que se jueguen partidos amistosos en tierras venezolanas ya que deben pagar medio millón de dólares para realizar eventos como éste. Por si la falta de estabilidad política y económica no fuera suficiente, los venezolanos poco a poco pierden uno de sus distractores ante la situación, el futbol.
Pero más allá de pensar en la situación de este deporte, mejor enfoquémonos en la profunda crisis de Venezuela, cuyas secuelas han arrastrado a millones al hambre, a la enfermedad y a la desesperación. Reflexionemos cómo fue posible que uno de los países con mayores reservas de petróleo y que apuntaba a ser una potencia emergente acabó en la desgracia.
Muchos opinan que una intervención es lo mejor para terminar esta situación. A esas mismas personas se les olvidó lo que pasó en Irak, en Libia y en Siria. ¿De verdad esa es la solución? ¿El uso de las armas para devastar aún más a una población? Como siempre, nosotros nos somos los que toman estas decisiones.
Por: Manuel Vázquez Laguna / @HayManolo