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Aguinaga

Necaxa es sinónimo de una afición fiel que se divide entre la capital del país y las tierras hidrocálidas. Pero que se sostiene gracias a jugadores históricos como Álex Aguinaga. El ecuatoriano dejó huella en el futbol mexicano, incluso logró que un presidente detuviese su salida de Necaxa. Esta es la historia del rayo ecuatoriano.

La década de los 90 fue sinónimo de esplendor para muchos de los equipos del balompié nacional. Toluca, América y Necaxa fueron algunos de los clubes que brillaron con luz propia en el balompié nacional. En el caso específico de los rayos, los 90 trajeron campeonatos y renombre nacional e internacional.

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El tricampeonato llegó de la mano de Manuel Lapuente y con Aguinaga cobijado por: Ivo Basay, Ignacio Ambriz, Alberto García Aspe y el ratón Zarate, por mencionar algunos. En pocas palabras, Necaxa era uno de los equipos de mayor jerarquía en el futbol mexicano y Aguinaga era el comandante en el campo.

A todos, menos a Aguinaga

Ahora bien, el precio del éxito de los rayos fue la migración de sus figuras a América, en aquellos años la relación entre ambos clubes era cercana, las dos instituciones pertenecían a la siempre poderosa e influyente Televisa. De este modo el camino de Aguinaga parecía trazado; sus goles y excelentes temporadas lo llevarían al nido.

Sin embargo, la historia fue diferente y el ecuatoriano se quedaría en Necaxa gracias al poder ejecutivo. Así es, el mismísimo presidente se encargaría de impedir que el ídolo de los rayos se fuera del club. Ernesto Zedillo, presidente de México de los años 1994 a 2000, es aficionado a Necaxa y fue testigo del tricampeonato del equipo de sus amores.

Imaginar que el referente del club se fuera, era algo que el equipo difícilmente podría soportar, mucho menos reemplazar. Por eso y en palabras del mismo Álex Aguinaga: “Intervino Ernesto Zedillo, presidente de México, que le iba a Necaxa y habló para que no me fuera […] Yo estaba presente cuando habló con el Güero Burillo y le dijo textualmente: Puedes llevarte a cualquiera, menos a Aguinaga, él no sale del equipo”.

La petición (mandato) hizo que Álex Aguinaga se mantuviera de 1989 al 2003 con Necaxa, tiempo suficiente para escribir su nombre con rayos y centellas. Su legado se traduce en títulos, campeonatos destacados y en deslumbrar a miles de aficionados en todo el país. ¿Quién diría que le tenemos que agradecer esto a Ernesto Zedillo?.

El rayo que cayó 543 veces en el mismo lugar

Si pensamos que lo único destacable de Álex Aguinaga es la idolatría que generó en el presidente, estamos viendo solo la punta del iceberg. El ecuatoriano llegó a suelo mexicano en 1989 con un palmarés que incluía un tercer lugar en el primer Sub 17 de Ecuador, torneo en el que anotó 10 tantos, también puede presumir la Copa América de 1989 que se jugó en Brasil.

Con Necaxa, el ecuatoriano jugó un total 476 partidos de liga y marcó 93 goles con los rayos. Estos números se tradujeron en 5 títulos, tres de liga, una Copa México (1994-1995) y un Campeón de Campeones (1994-1995), además de aquel anecdótico Mundial de Clubes donde vencieron a Real Madrid por el tercer lugar. Cabe aclarar que en 2005 también fue campeón con Liga de Quito.

Por otro lado, Álex Aguinaga también es un referente con su selección. Disputó un total de 109 partidos y marcó 23 goles. Por si fuera poco, llevó a Ecuador a su primera Copa del Mundo de Corea-Japón 2002. Por cierto, el gol que les dio la clasificación a la justa mundialista, fue una asistencia de Aguinaga.

También es un histórico de la Copa América, pues jugó 8 torneos de 1987 a 2004, y el portal de la competición lo define de la siguiente forma: Sin tener la potencia física de otros jugadores, Aguinaga desarrollaba su juego con talento, precisión y destreza para manejar los tiempos y el espacio dentro del terreno de juego. En síntesis, Álex Aguinaga fue un referente del futbol mexicano y de su selección. Amado hasta por un presidente, siempre mostró profesionalismo y nos enseñó que un rayo puede caer en el mismo lugar.

 

Por: José Macuil García

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