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En 2019 el continente africano vivió una Copa Africana de Naciones (CAN) atípica. Primero se anunció que no se llevaría a cabo en los meses de enero y febrero, para evitar roces con los equipos europeos; quienes se quejaban de perder a varios de sus jugadores. Ahora el torneo se juega en el verano.

Después se dio a conocer que la CAN ampliaría su número de participantes de 16 a 24, en pocas palabras el formato de 2019 se asemeja al de la Copa del Mundo.  Para un torneo que inició con tres equipos en 1957, habla de una expansión significativa. Una de las selecciones que forman parte de este crecimiento es Sudáfrica. De hecho este combinado tuvo que haber participado en la primera copa, pero no lo hizo por la sombra del apartheid.

Sudáfrica: fundador e invitado incomodo

Antes de llegar a la primera CAN,  es preciso hablar de la Confederación Africana de Futbol. Organismo que tuvo que batallar para su conformación, pues en 1954, durante el congreso de la FIFA efectuado en Berna Suiza, se votó para integrar a los países africanos dentro de las Confederaciones arbitradas por el ente rector del futbol.

Dos años después, en el congreso de 1956 África se presentó en Lisboa con cuatro representantes: Egipto, Etiopía, Sudán y Sudáfrica, en ese momento se dio forma a la Confederación Africana de Futbol (CAF), que definió en 1957 su plan de acción, en el que se incluyó su primer torneo de selecciones (CAN).

Entonces, este meteórico proceso de conformación tuvo como colofón dicha copa. Sin embargo, ¿por qué se jugó con tres selecciones en lugar de cuatro? A pesar de que Sudáfrica fue una de las impulsoras de la confederación, fue expulsada del torneo por temas de índole social, pues la sombra del racismo se cernía sobre esta nación.

Sudáfrica insistió en participar en la CAN de 1957 con jugadores blancos. A la distancia podemos pensar que la multiculturalidad es un hecho dado, y que difícilmente se excluiría a Francia si insisten jugar la Euro únicamente con jugadores de origen africano. Pero el motivo por el que Sudáfrica pretendía jugar con blancos era el Apartheid.

¿Qué es el Apartheid?

Hablar del Apartheid es remontarnos a un vocablo de origen afrikáner que significaba separación. Esta simple palabra en poco tiempo se convirtió en una expresión política del siglo XX, y lamentablemente reflejaba el colonialismo que azotó de distintas formas al continente africano. La política del Apartheid se resumía a la supremacía blanca sobre las demás etnias sudafricanas, algo que resulta incoherente tomando en cuenta la variedad de culturas que comprenden a África.

Resulta aún más triste saber que en 1948 –tan solo 9 años antes del esfuerzo de la CAF por organizar un torneo—, el Apartheid ya era una política oficial en el gobierno sudafricano. Con ello llegaron las múltiples expresiones de racismo hacia las etnias, a quienes no les quedo más que someterse a las leyes del Apartheid.

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Estas medidas además de privarlos de expresiones culturales, aislaron a gran parte de la población de las esferas políticas y sociales. Afortunadamente el Apartheid llegó a su fin en 1994, cuando Mandela impulso la idea de la nación arcoíris.  

Superar el estigma del Apartheid, la tarea de Sudáfrica

Las políticas del Apartheid se reflejaron directamente en la selección sudafricana, pues el combinado se ausento de la CAN durante 19 ediciones. Fue hasta 1996, dos años después de la erradicación del Apartheid cuando regresaría a la competencia, de hecho lo hizo como organizador y levantó la copa. Al año siguiente llegó a la final y en el 2000 quedó en el tercer puesto.

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Para la edición de 2019, Sudáfrica ha dado de que hablar. Esta vez no por el racismo, sino por eliminar al anfitrión Egipto, selección comandada en el campo por Mohamed Salah y en el banquillo por el Vasco Aguirre. Los dirigidos por Stuart Baxter tal vez no lo sepan, pero detrás de su participación hay un proceso cultural importante. Sudáfrica pasó de ser una de las fundadoras de la CAF a una selección excluida y después a la nación arcoíris. En cada gol sudafricano, el estigma del racismo y la consolidación del sueño de Madiba se convierten en una bocanada de aire para la historia de su país.

Por: José Macuil García

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