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La Segunda Guerra Mundial fue un parteaguas en muchos aspectos para la humanidad. Uno de ellos fue el fin del colonialismo en África; sobre todo Francia resintió la pérdida de sus colonias, y se aferraron a algunas de ellas tanto como pudieron. Argelia había sido parte del segundo Imperio colonial francés por más de 100 años, hasta que en 1954 inició una de las guerras de independencia más brutales que había visto el continente africano.

El Frente Nacional de Liberación argelino echó mano de todos los elementos y armas que tuviera para poder lograr su independencia, y curiosamente encontró en el futbol una de las más eficaces.

Rachid Mekhloufi nació en Argelia, en la ciudad de Setif, que en 1945 sufrió una brutal represión por parte de las fuerzas francesas. Mekhloufi se calificaba a sí mismo de apartidista, pero el recuerdo de lo que había vivido su ciudad sería vital para tomar decisiones después. Se mudó a Francia y su habilidad con el balón le consiguió un contrato con el AS Saint-Étienne y una vida de la cual no podía quejarse, incluso formó parte del Ejercito francés.

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Mientras él vivía una realidad diferente, en su país se libraba una guerra que no parecía tener claro ganador, y a la que muchos argelinos se unieron en un acto de patriotismo. El Mundial del 588 se acercaba, y Mekhloufi estaba contemplado para formar parte del seleccionado galo, hasta que aparecieron dos futbolistas y amigos suyos, argelinos, al término de uno de sus partidos.

– Mañana nos vamos
– ¿A donde?
– A Argelia, a unirnos al combate de nuestros hermanos.

No solo eran Mekhloufi, Mokhtar Arribi y Abdelhamid Kermali -los que convencieron a su amigo-, siete futbolistas más de la Ligue 1 francesa abandonaron sus equipos para ir a conformar la selección de Argelia, un país que todavía no existía, aunque la huida de Mohamed Maocuhe tuvo un inconveniente y fue encarcelado por los franceses.

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Durante cuatro años jugaron 91 partidos en países no afiliados a la FIFA -presionada por Francia, el organismo impuso duras represiones a quien jugara contra los argelinos- China, Rusia, Yugoslavia, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia, Vietnam. El objetivo era dar a conocer las causas independentistas de Argelia y recolectar fondos para los combatientes. Viajando en autobús, siendo recibidos como héroes por muchos, fueron el elemento propagandístico más eficaz del FNL hasta 1962 y la firma de los Acuerdos de Evian, que daban por concluida la guerra y proclamaban a Argelia independiente.

El once de la independencia, como se le llamaba a ese conjunto, se disolvió y algunos regresaron a sus equipos en Francia. Mekhloufi fue uno de ellos. Al principio, como era de esperarse, el público recibió con recelo a quienes -a visión de algunos- habían traicionado a Francia, pero la técnica, la manera de jugar de los argelinos y el reconocimiento silencioso por sus acciones, les fueron granjeando otra vez el cariño de la gente.

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En 1968, poco antes del mayo francés, Saint-Étienne ganó la Copa de Francia con dos goles de Mekhloufi, y recibió el trofeo de manos del General Charles De Gaulle. El jefe de estado recibió al futbolista independentista diciendo ¡Usted es Francia! Muchos criticaron esa exclamación, pues pensaron que De Gaulle seguía sin aceptar la independencia de Argelia, aunque otros más dijeron que fue una manera de finiquitar el asunto, yo me quedo con esta segunda interpretación. Al final, los primeros hombres de los Zorros del desierto hicieron lo que pudieron por su país desde donde mejor podían hacerlo: el futbol.

 

Por: Bernardo OV

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