Eric Toto Murangwa es un exfutbolista que, precisamente por el hecho de serlo, sobrevivió al genocidio en Ruanda, el cual que dejó más de 800 mil muertos. Eric nació en una familia tutsi en Rwamagana en 1975. Los Tutsis eran uno de los dos grupos étnicos hegemónicos, junto con los hutus. Durante décadas, el gobierno nacionalista hutu, alentó a la persecución y discriminación del pueblo tutsi. En abril de 1994 el genocidio, que duró 100 días, comenzó. Eric tenía tan solo 19 años.
Durante la guerra civil, disputada entre 1990 y 1994 se vieron enfrentados dos bandos de la guerra: los rebeldes del Frente Patriótico Ruandés (RPF), siendo una fuerza compuesta por expatriados tutsis que sirvieron en el Ejército de Uganda y que habían regresado a su país, y el gobierno de Juvénal Habyarimana, que pertenecía a la etnia hutu.
En el marco del Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz de la ONU, conmemorado el 6 de abril, es una oportunidad para reconocer el papel que el deporte y la actividad física desempeñan en las comunidades y en las vidas de las personas del mundo. Tal es el caso de Eric Murangwa, quien vivió y sobrevivió gracias a su pasión a la pelota, pues que durante el genocidio en Ruanda, al menos seis hombres, mujeres y niños fueron asesinados cada minuto durante 100 días.
“El genocidio es la peor experiencia por la que un humano puede pasar. Vecinos matando vecinos y, en algunos casos, miembros de la misma familia. Viendo a alguien con quien creciste matando a tus amigos o tus conocidos, queriendo asesinarte”. «Toto» Murangwa perdió más de 35 familiares, incluido su hermano menor quien tenía tan solo 7 años de edad.
¿Cómo el futbol me salvó la vida?
Su padre era un gran fanático del futbol y siempre estuvo involucrado en actividades en su comunidad relacionadas a la pelota. A la edad de 11 años, Toto (que en el idioma swahili significa «el joven») se colocaba todos los días detrás de la portería en el campo de entrenamiento del Rayon Sport, así cuando faltaba un jugador recibía la oportunidad de entrar al campo. Tiempo después integró las filas del club.
El Sport Rayon, ya con Totto Murangwa en la portería, tuvo una oportunidad en el año 1994 para clasificarse a la Copa Africana de Campeones de Copa. La situación con la guerra civil aún era tensa. El rival a vencer fue el Al Hilal de Sudán, favorito por tener más experiencia que el equipo Ruandés. En la ida de aquel partido el equipo sudanés se impuso uno por cero al equipo de Toto.
El día del partido de vuelta, hombres con ropa militar detuvieron el autobús en el que viajaban Eric y sus compañeros para pedirles que salieran. Eric era uno de los únicos tres tutsis en su equipo de futbol, pero los soldados lo pudieron reconocer por su gorra y atuendo colorido, solo le desearon suerte en el partido y dejaron al autobús continuar su camino.
Con el estadio lleno entre tutsis y hutus parecía que convivir era posible. Por noventa minutos se olvidaron de las diferencias. Esa energía se contagió en los jugadores del Rayon Sport, pues ganaron el encuentro cuatro por uno. Jean-Baptiste Baptista Kyiranga sentenció el encuentro con una volea inolvidable. Posteriormente, Eric declaró en una entrevista: “Cuando marcamos el cuarto gol, sabía que era casi imposible que el otro equipo nos remontara. Pude ver cómo eso significaba para las más de 30 mil personas en el estadio. Fue realmente enorme”.
La euforia no se hizo esperar y los asistentes invadieron la cancha para festejar con sus héroes, sin embargo los militares los reprimieron con macanas mientras los jugadores salían hacia los túneles para continuar con su festejo.
El sentimiento de unión no duraría mucho, con la tensiones a tope, Toto comentó en entrevista para la agencia EFE: “Los cabecillas del ejército intimidaban a los árbitros y a los jugadores, a quienes incluso metían en la cárcel. Dejé de viajar al norte, donde comenzaron los ataques del RPF, cuando mi equipo jugaba allí. Una vez tuve que salir corriendo del estadio. Así era la atmósfera. Con la caída del avión podría esperar que pasara lo que pasó. Pero nunca imaginé que la población se fuera en contra de los tutsis. No al nivel en que amigos, vecinos hicieran lo que hicieron”.
El milagro de la fotografía
El 6 de abril de 1994 el avión privado del presidente Habyarimana fue derribado por un misil antes de aterrizar en el aeropuerto de Kigali, capital de Ruanda. En este ataque murieron dos presidentes de etnia hutu: Habyarimana y Cyprien Ntaryamira de Burundi, quien lo acompañaba. Su asesinato fue el detonante de una matanza colectiva iniciada por hutus radicales en contra de los tutsis, esto trajo como consecuencia el exterminó de entre el 20 y el 40 por ciento de la población de Ruanda.
100 días de terror desencadenaron miles de personas asesinadas y casi todas las mujeres sobrevivientes fueron violadas. Los ataques perpetrados se daban con machetes entre otras armas. En el primer capítulo de la serie documental This Is Football de Amazon, testimonios de quienes lo vivieron recuerdan estos actos como lo más horrible que hayan visto.
Durante el atentado, el primer ataque que recibió Murangwa fue en su casa, donde dormía junto a un amigo. Los soldados irrumpieron su hogar, estaban preparados para matar pero entre el desorden que dejaban a su paso durante la búsqueda, un álbum de fotos cayó al suelo con material de la carrera de Eric en el balompié.
“¿Para quién juegas tú?”, preguntó el militar a Eric quien contestó que para el Rayon Sport. “¿Eres Toto?”, la respuesta fue afirmativa. El soldado, fanático del equipo, reconoció a su portero y ordenó a sus subordinados que abandonaran la casa. Se sentó en un sofá con Toto y comenzó a hablarle de futbol. “Este tipo irrumpió en nuestro hogar específicamente para matarnos pero tan pronto como se dio cuenta quien era todo cambió”. Al final, solo se fue y así la pelota le había salvado la vida y la de su compañero el primer día del genocidio.
Los estadios dejaron de ser seguros, ya no eran centros de diversión. Se convirtieron en centros de genocidio, allí era donde les decían que los iban a proteger pero lo que hacían era todo lo contrario. Los dirigentes de los clubes engañaban a los propios futbolistas para esconderse en los estadios, pero no sabían el terror que les esperaría. Los masacraron a machetazos o con granadas, muchas veces los mutilaban, y en muchos casos disfrutaban de verlos sufrir antes de matarlos.
Para Toto el infierno aún no había acabado. Después del ataque en su casa buscó refugiarse con sus compañeros de equipo hutus.
“La razón por la que mis compañeros de equipo me ayudaron fue por su espíritu deportivo, si más personas en este país tuvieran ese espíritu definitivamente menos personas hubieran muerto”.
Durante muchas jornadas sus amigos se enteraban de los nombres de los tutsis que iban a ser buscados para matarlos. Lo hacían en los centros donde se repartían las armas para el exterminio. Cuando su nombre sonaba en estos centros, sus amigos le avisaban para que buscara otro escondite.
“Si no fuera por ellos no creo que pudiera estar aquí hoy”. (Eric «Toto» Murangwa)
Uno de los líderes de la milicia conocida como “Interahamwe” (que significa en idioma kinyarwanda «los que cazan juntos») le ofreció protección, llevando a Toto al cuartel general de la Cruz Roja. De ahí fueron trasladados por la misión de la Paz de la ONU al Hotel des Mille Collines, ubicado en la capital Kigali, y que sirvió de refugio para miles de personas durante los cien días de terror.
Ahí terminó el camino de Murangwa, después viajó al Reino Unido para comenzar una nueva vida, pero no todos corrieron la misma suerte. 48 jugadores de primera división perdieron la vida durante el conflicto civil. Algunos de sus amigos hutus que le ayudaron tampoco pudieron salvar su vida, ya que durante el genocidio murieron miles de hutus acusados de “moderados”.
Un ejemplo recordado por el mismo Murangwa es el de su amigo Longin Munyurangabo, a quien mataron por tener una novia tutsi. Se encontraban cruzando uno de los controles de la carreta, los militares miraron la tarjeta de identidad donde se dieron cuenta que la chica era tutsi. Los soldados enfadados acabaron con la vida de ambos acusando a Longin de traidor.
El futbol como cambio social
Después del genociodio, Toto se reencontró con cinco de sus compañeros del Rayon Sports y volvió a jugar futbol. Lo vieron como una alternativa para ayudar y tener una esperanza de recuperación. Actualmente, trabaja a través de la Ishami Foundation, organización que, a través de la pelota y de las historias de los supervivientes, intenta influenciar para erradicar el odio del genocidio.
Se convirtió en un activista de educación y concienciación sobre el genocidio y defensor del deporte para el desarrollo y la paz fundando dos iniciativas benéficas Football for Hope, Peace and Unity (FHPU), y la organización hermana de FHPU, «Survivors Tribune».
Como resultado de esto, Murangwa ha desarrollado una fuerte creencia de que el deporte, y en particular el futbol, tienen el poder de influir en la sociedad de una manera que pocas otras cosas tienen. Esta es una creencia compartida por muchas personas que han utilizado el deporte como una fuerza positiva para el cambio social y la reconciliación en su comunidad y sociedad.
Murangwa tiene la misión autoproclamada de hacer del deporte una parte integral del proceso de reconciliación y reconstrucción de Ruanda, asegurándose de que se utilice no solo como una herramienta para la diversión y ocio, sino también como cambio social y las habilidades para la vida.
“Queremos que cuando la gente joven juegue al futbol, no sólo lo haga para ser el siguiente Messi o el siguiente Ronaldo, sino también para ser el siguiente Longin, el compañero que me ayudó a sobrevivir durante el genocidio”. (Eric «Toto» Murangwa)
Un país resiliente
En el proceso de recuperación del país, el futbol fue un elemento fundamental. Las personas en su tiempo libre volvieron a jugar al balón y a compartir ese deporte con los demás, sin importar la etnia. Los primeros partidos de futbol fueron los que disputaron los supervivientes del genocidio contra los presos, y esto provocó que poco a poco los jugadores fuesen respetando al rival.
Baptista Kyiranga, el autor del último gol en aquel partido en 1994, fue de los primeros que acudieron con el balón a los terrenos de juego para que estos campos empezaran a llenarse de jugadores y espectadores. Y es que la mentalidad de ser uno, ayuda a la unidad y reconciliación.
Gracias al futbol, los antiguos enemigos se encontraban en el estadio como jugadores, rivales o aficionados al mismo equipo. Las mujeres, por entonces, con un futuro poco esperanzador, cobraron importancia en la sociedad a través del deporte con la creación de la organización de mujeres en el deporte. Los niños también se mezclan en equipos sin distinción étnica. Hutus y tutsis juegan juntos en partidos de reconciliación. Así se fue reconstruyendo un país herido por el pasado.
Ruanda nunca había conseguido clasificarse a la Copa Africana de Naciones y tenía enfrente a la Selección de Ghana en el partido decisivo. En un campo completamente lleno, que fue utilizado por refugiados, y con miembros en el equipo nacional de los hutu y los tutsi. Ruanda consiguió la victoria por 1-0 y de paso la clasificación por primera vez en su historia para el mayor campeonato africano de selecciones que se celebró en 2004 en Túnez.
A 27 años del genocidio el pasado queda muy lejos. Estas heridas que parecían no cicatrizar, lo han hecho a través del crecimiento económico, que hoy en día es de un ritmo medio anual del 7.1%, consiguiendo las cuotas de crecimiento más altas del continente africano según Forbes. La minería, el café y el té han sido sus principales fuentes de productos para exportación, así como el turismo se ha convertido en la principal fuente de renta del país.
National Geographic de España, coloca a Ruanda como uno de los países que han desarrollado algunas de las políticas más favorables del mundo para las mujeres La Constitución ruandesa ha exigido que las mujeres ocupen un 30 por ciento de los puestos electos. Hoy, con 49 mujeres en el parlamento, el porcentaje asciende al 61 por ciento, el más alto del mundo. Cuatro de los siete puestos del tribunal supremo están ocupados por mujeres.
Ruanda, ‘Gunners’ y ‘Le Parisiens’
Ruanda no solo ha brillado en su país como una demostración del cómo saber perdonar, olvidar el pasado, tener sentimiento de comunidad y de mirar al futuro juntos. También han brillado en el futbol internacional en Inglaterra y Francia.
La leyenda “Visit Rwanda” (Visite Ruanda) aparece en la manga izquierda de las camisetas del Arsenal desde 2018, después de cerrar un trato con el club londinense por 35 millones de euros por tres años. Según la última clasificación de la auditora Deloitte, el club londinense, uno de los más seguidos en el mundo, con buen apego en África, facturó el pasado año 487,6 millones de euros, una cifra que le sitúa como el sexto club más adinerado.
En Francia, a través de su Consejo de Desarrollo (RDB), Ruanda pagará al PSG entre ocho y diez millones de euros, según publicó Le Figaro, por una alianza de tres años, que inició en 2019, un año después del éxito en Arsenal y que el RDB considera como:
“Una oportunidad única de experimentar la impresionante belleza, cultura creativa, ambiente innovador y productos modernos y distintivos del país”.
El mensaje se muestra en los jerseys de calentamiento del equipo parisino en el que destacan Neymar y Mbappé, dos de los jugadores más rentables de la actualidad. Así como en los monitores de publicidad en el Parque de los Príncipes y en la manga izquierda del jersey utilizado por las jugadoras del equipo femenil durante sus encuentros. Aparte de esto, el contrato también incluye a varios jugadores de la primera plantilla masculina y leyendas del club para que viajen a Ruanda en algún evento benéfico.
A pesar de las críticas por parte de países como el Reino Unido y Holanda por la destinación de estos recursos, Ruanda dedicará fondos mínimo hasta 2022. Estos países, quienes son los principales emisores de ayuda para el desarrollo en Ruanda y donde el 17% del presupuesto del país depende todavía de las contribuciones externas (el 80% hace 10 años), han demostrado su descontento por el pago de publicidad a dos de los clubes más ricos del futbol mundial.
El gobierno de Paul Kagame, presidente de Ruanda se ha defendido a través de Twitter:
“Lo que Londres aporta a cooperación va en gran medida a proyectos sobre mejora de la justicia; el dinero que invertirán en el patrocinio proviene del sector turístico, que no deja de crecer, y, en último lugar, la campaña de marketing a través del Arsenal prevé precisamente que extranjeros sigan visitando el país para dejar de depender de las donaciones foráneas”.
Continuando con el hilo de Twitter, Kagali explicó algunas cifras:
“El país obtuvo en el último ejercicio 346 millones de euros en turismo, una cantidad que se piensa llevar hasta los 800 millones para 2024 a través de ofensivas de promoción como la de la camiseta del Arsenal. Más aún, el número de británicos que visitaron el país en 2017 creció un 21%. Alguno habría del Arsenal”.
El secretario de Estado de Exteriores, Olivier Nduhungirehe, declaró al portal francés Jeune Afrique que de esos 346 millones anuales, solo un 3% irá destinado al acuerdo de patrocinio con el club inglés. Se prevé que ese refuerzo de imagen-país, vital para deshacer el vínculo entre Ruanda y el brutal genocidio de 1994, ayude a doblar en seis años los ingresos por turismo, principal fuente de entrada de divisas.
”Desde que era niño el futbol me enseñó a vivir con la gente, pero lo más importante, el futbol me salvó la vida durante el genocidio en 1994”.
(Eric “Toto” Murangwa)
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Por: Miguel Neri / @NeriClandestino