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Copa América

Tras semanas de incertidumbre en las que la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) no tomaba una decisión clara sobre si Colombia y Argentina continuarían siendo sedes de la Copa América 2020; finalmente, el pasado 31 de mayo, designó a Brasil como nuevo anfitrión del certamen. No hay marcha atrás.

Sin embargo, tal decisión despertó dudas y críticas hacia el máximo organismo del futbol sudamericano, pues Brasil es el segundo país con mayor número de contagios de la COVID-19 a nivel mundial, superando incluso a la India. ¿Por qué una nación con esta situación terminó siendo designada para recibir al torneo futbolístico más antiguo del orbe?

Érase una vez una copa

La Copa América fue disputada por primera ocasión en una edición de prueba en el año de 1910 que se disputó en Argentina En aquella oportunidad fue nombrada como Copa Centenario Revolución de Mayo, en conmemoración del centenario de la Revolución de Mayo. Los equipos participantes de aquel añejo torneo fueron Argentina, Uruguay y Chile, siendo la albiceleste la que se coronó campeona.

Fue hasta 1916 cuando, de manera oficial, se jugó el primer certamen; aunque igual que con la edición anterior, el nombre era bastante distinto respecto al que conocemos ahora: Campeonato Sudamericano de Selecciones; de hecho, hasta el certamen de 1967 se jugó bajo ese mismo nombre. A partir de 1975, en su 30ª edición, el torneo pasó a llamarse oficialmente Copa América. 

En la primera edición, Uruguay se llevó el título de campeón.

La política une a los opuestos 

Desde abril del 2019, la CONMEBOL anunció que tanto Argentina como Colombia compartirían la sede para la Copa América 2020. Claro, en aquel momento nadie suponía, siquiera, que el 31 de diciembre en Wuhan, China, comenzaría el brote de la COVID-19. Situación que, a la larga, terminaría por afectar el rumbo mismo de la decisión tomada por la CONMEBOL.

Argentina y Colombia iban a ser los primeros países en la historia de la Copa América en organizar el torneo de manera conjunta.

Si de por sí ya resultaba extraño que, por primera vez, dos países fungieran como anfitriones y sedes, por primera vez en la historia, de la Copa América, llamó aún más la atención que estas naciones se encontraran a una distancia aproximada de 4,905 km y a 6 horas en vuelo (entre Bogotá y Buenos Aires). Es decir, la ubicación entre sí los coloca en extremos.

Argentina luchó para ser sede como parte de su campaña para presentarse como coanfitrión de la Copa Mundial 2030, en la que, supuestamente, compartirá la sede junto con Uruguay, Paraguay y Chile

Sin embargo, el que Argentina se sumara, provocó la molestia de Colombia, quien se había mantenido al margen como candidato a anfitrión del Mundial. Teóricamente, es el siguiente país sudamericano en la fila, sin embargo, renunció a esa carrera para apoyar la candidatura conjunta en 2030. Pero, que los colombianos quedaran marginados también de la Copa América  habría sido demasiado. Ante esta situación tan tensa, la CONMEBOL encontró una solución diplomática: dividir el torneo entre los dos.

Colombia solo ha sido sede de la Copa América una sola vez, en 2001, mientras que Argentina fue anfitrión en 2011.

Comenzaron los cambios

En los últimos años, la Copa América ha tenido 12 participantes (10 países sudamericanos, más dos invitados) divididos en tres grupos de cuatro selecciones. A partir de 1993, la CONMEBOL invitó a selecciones no pertenecientes a América del Sur, para participar en el torneo. México y Estados Unidos fueron los primeros. En 2016, la Copa América Centenario, contó excepcionalmente con seis selecciones invitadas: Costa Rica, Estados Unidos (anfitrión), Haití, Jamaica, México y Panamá.

Las selecciones invitadas nunca han ganado una Copa América. México es el combinado que, históricamente, ha obtenido los mejores resultados: subcampeón en 1993 y 2001, y tercer lugar en 1997, 1999 y 2007.

Sin embargo, la pandemia impulsó a los organizadores a cambiar a dos grupos de seis —uno en Argentina y uno en Colombia-—, de los cuales los cuatro primeros clasificarían a cuartos de final. La situación terminó por complicarse aún más cuando los invitados, Australia y Qatar, se vieron obligados a retirarse por tener partidos de eliminatorias mundialistas programados para junio. ¿Cuál fue la solución? Armar dos grupos de cinco, de los que solo el último de cada uno quedará eliminado.

Los caídos

Sin embargo, a causa de la emergencia sanitaria a nivel mundial, la Copa América pactada para el 2020, debió posponerse un año después. Llegó el 2021, pero la pandemia continuó y no solo eso, sino también las consecuencias, en distintos niveles, derivados de ella.

En Colombia iniciaron protestas derivadas de una reforma tributaria impulsada en abril, de este 2021, por el presidente Iván Duque. Con ella pretendía recaudar el equivalente al 2% del PIB en una serie de nuevos impuestos para hacer frente a la crisis económica derivada de la pandemia.

Esta fue la tercera reforma tributaria desde que Duque asumió la presidencia en 2018, y la primera en un país latinoamericano desde el inicio de la pandemia. Esto, sumado al descontento social frente al gobierno derivó en manifestaciones

¿Cómo respondió el gobierno? Con el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), el cual fue creado (1999) para controlar disturbios, multitudes, bloqueos y realizar desalojos de espacios públicos o privados, en lugares donde haya una “eventual materialización de hechos terroristas y delincuenciales”.

El Esmad tiene permitido “el uso proporcional de la fuerza” para restablecer el orden; para ello hacen uso de armas, helicópteros, motos y tanquetas. Hasta el 7 de mayo los enfrentamientos dejaron 24 muertos, 87 desaparecidos y más de 800 heridos en todo el país. Ante esta situación, la Asociación Colombiana de Futbolistas pidió aplazar cualquier torneo nacional e internacional.

El 20 de mayo, la CONMEBOL anunció que tras recibir el informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos en el que señalan que, además de la situación crítica por la COVID-19, la realidad que vive Colombia por las protestas no garantiza la seguridad a las delegaciones de Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela.

El paro nacional continúa en Colombia.

Por su parte, en Argentina las cosas se complicaron debido al aumento de contagios de coronavirus; con un promedio de 30 mil nuevos casos que se dieron en tan solo siete días. Inclusive, el  durante una entrevista para C5N, el ministro del Interior, Wado de Pedro, expresó respecto a la realización de la Copa América:

“Estuve conversando hoy (domingo) con el presidente Alberto Fernández sobre la situación sanitaria de todas las jurisdicciones, y en particular de Buenos Aires, Tucumán, Mendoza, Córdoba y Santa Fe, y siendo coherentes con el cuidado de la salud vemos que es muy difícil que se juegue la Copa América en nuestro país”.

Minutos después de dicha entrevista, la CONMEBOL lanzó un comunicado por Twitter en el que manifestaron: «La CONMEBOL informa que en atención a las circunstancias presentes ha resuelto suspender la organización de la Copa América en Argentina. La CONMEBOL analiza la oferta de otros países que mostraron interés en albergar el torneo continental. En la brevedad se anunciarán novedades en este sentido».

Brasil: no hay marcha atrás

Entre las posibles opciones que se llegaron a manejar como nuevas sedes surgieron los nombres de Chile y Estados Unidos, ambas naciones serían anfitrionas del torneo, pero con tan poco tiempo de preparación y la distancia entre ambos países, la opción se desvaneció. También se habló que los estadounidenses se ofrecieron para organizar toda la Copa América y hasta con público en las tribunas, esto debido al alto índice de vacunación del país.

Sin embargo, la tensa relación entre la CONCACAF y CONMEBOL, además de la preocupación con respecto al tiempo que implicaría replantear la logística, descartaron por completo a Estados Unidos. El 31 de mayo la CONMEBOL anunció a Brasil como nueva sede del torneo, nación que de hecho también fungió como anfitriona de la Copa celebrada en el 2019.

Precisamente el haber sido la última sede de la Copa América fue uno de los puntos favorables para los brasileños, pues cuentan con la infraestructura (estadios, hoteles, aeropuertos, autopistas) adecuada para recibir el torneo. A esto se añade que Brasil, a diferencia de otras naciones sudamericanas, ha reabierto sus fronteras para la llegada y salida de la gente, por lo que el arribo de los distintos representativos nacionales no ha resultado ningún problema. 

Es preciso decir que, aunque el máximo organismo del futbol sudamericano ya había dado su resolución, esta decisión tuvo que pasar por el Tribunal Supremo Federal (STF) de Brasil para aprobar la realización del torneo. Este 10 de junio, 6 de los 11 magistrados de la máxima corte votaron a favor de la autorización para el evento futbolístico. 

Los números no cuadran

Incluso la CONMEBOL lanzó un tuit en el que agradece explícitamente al presidente Jair Bolsonaro por haber abierto las puertas al torneo sudamericano:

Pero dentro de toda esta determinación las críticas no se dejaron de lado, pues a pesar de la “buena voluntad” para proseguir con la justa, Brasil es el tercer país a nivel mundial con el mayor número de contagios de la COVID-19 (17,215,159), desde diciembre del 2019 hasta junio del 2021, tan solo por detrás de Estados Unidos (34,275,821) e India (29,274,823).Y, por si fuera poco, se posiciona como el segundo país a nivel mundial con el mayor número de muertes debido al coronavirus (482,135), desde diciembre del 2019 hasta junio del 2021, tan solo por detrás de Estados Unidos (614,008).

La población en Brasil es de 212,78 millones y hasta el momento, se han administrado 75,6 millones de dosis. Un total de 23,3 millones de personas están completamente vacunadas, lo que representa el 11.1% de su población.

Ante esta evidente situación de crisis sanitaria y una inestabilidad social, el Sindicato Internacional de Futbolistas (FIFPRO) emitió un comunicado. A continuación un fragmento del mismo:

“FIFPRO expresa serias preocupaciones con el proceso tomado para reasignar la Copa América, que incluyó decisiones tardías y el anuncio de una nueva sede apenas unos días antes del inicio del torneo.

La decisión de trasladar con tan poco tiempo de antelación a cientos de futbolistas para competir en un torneo de semejante complejidad abre un escenario de incertidumbre para cada uno de ellos y sus familias.

En este contexto, FIFPRO apoyará naturalmente a cada futbolista que decida rechazar la convocatoria y no participar en el torneo en base a sus preocupaciones respecto a salud y seguridad. Al igual que en otras competiciones de selecciones disputadas previamente durante la pandemia, los jugadores deben tener la posibilidad de priorizar su salud y la de sus familias sin temor a ser sancionados”.

Es decir, la CONMEBOL no realizó la Copa América en Colombia debido a un estallido social, ni tampoco en Argentina, porque la pandemia está fuera de control. Pero decidió hacerla en Brasil, donde están las dos problemáticas al mismo tiempo. 

El fin justifica los contagios

Parte importante para que el balón siga rodando, son los golpes a billetazos que recibe. Durante la Copa Centenario (2016), realizada en Estados Unidos, los ingresos económicos alcanzaron los 500 millones de dólares. Pieza fundamental para esta cifra es la televisión, por ejemplo, Univisión pagó 70 millones de dólares solo en concepto de derechos; esta empresa televisiva, cuyo principal mercado son los hispanos residentes en Estados Unidos, generó ganancias por 150 millones de dólares.

La selección ganadora de la Copa América se llevará un premio económico de 10 millones de dólares

Fue en el 2018, cuando la Conmebol adjudica a la firma japonesa Dentsu, los derechos para comercializar las ediciones de la Copa América de 2020, 2024 y 2028. Es así que la firma se comprometió a pagar a la Confederación un mínimo de 140 millones de dólares por competición.

«La expectativa no es que nos quedemos con ese mínimo, sino que superemos los 200 millones de dólares de ingresos para la CONMEBOL por edición», comentó en su momento el presidente Alejandro Domínguez en su momento. 

Sin embargo, también hubo bajas en patrocinadores. Entre las más renombre destacan: Mastercard, la empresa líder en tarjetas de crédito a nivel mundial; retiró sus acciones de marketing, aunque mantendrá el fondo aportado para patrocinar el campeonato. También se sumó Ambev, el mayor fabricante de cervezas en el mundo y que está detrás de cervezas como Antárctica, Brahma, Budweiser, Corona, Stella Artois y Skol. A esta decisión se sumó  la compañía de bebidas destiladas Diageo.

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Por: Ricardo Olín / @ricardo_olin

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