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El Partido del Siglo, el mejor Superclásico de la historia, incluso el Fin del Mundo. Asunto de Estado y de Seguridad Nacional. Así se prepara Argentina para una final de Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate.

Más allá de obvias exageraciones y dramatismos que pueden dispararse en las redes sociales o la calle, este partido en verdad promete cambiar el fútbol argentino como lo conocemos. Todos los portales en Argentina no encuentran otra noticia que no sea referente a este encuentro. Incluso clásicos decisivos de Copa Argentina y partidos definitorios de Copa Sudamericana pasan a un plano totalmente secundario.

La primera final continental con la presencia de los dos equipos más grandes de la Argentina promete ser un duelo épico y legendario, cuyos resultados resonaran en los años por venir. Es la primera y la última con las presentes condiciones. Ese carácter efímero solo suma a su grandiosidad.

Hasta entonces una final entre dos equipos del mismo país era imposible, porque era política de Conmebol hacer que se cruzaran y se eliminaran en instancias anteriores. También coincide en que será la última edición de la Copa que cuente una final en dos partidos. El año entrante la final comenzará a realizarse en un partido único con una locación definida de antemano, emulando los campeonatos continentales europeos.

Sin embargo, lo que sabemos de los partidos todavía es poco. Hay pocas certezas en todos los aspectos. Hoy por la tarde se confirmó que el árbitro del partido de ida será el chileno Roberto Tobar, y que los asistentes del VAR estarán encabezados por Julio Bascuñan, del mismo país. También sabemos que River jugará definitivamente -pues hasta hoy, aunque parezca increíble- su presencia en la final estaba sujeta a la decisión del Comité Disciplinario de Conmebol. Dicha sentencia era respecto a una violación de Marcelo Gallardo –director técnico del equipo- de su suspensión en la semifinal de vuelta frente a Gremio de Brasil por haber ingresado al vestuario de su equipo en el entretiempo.

Dicho Comité se expediría hoy negando a Gremio su reclamo de darle el partido como ganado pero multaría a Gallardo con una sanción que promete ser dura. Se habla de entre 5 y 7 meses de suspensión en los que no podría asistir a partidos de competiciones de Conmebol ni estar presente en los últimos entrenamientos previos a cada partido. Eso significa, en lo inmediato, que solo podrá presenciar los dos encuentros de la final desde los palcos y no podrá tener ningún tipo de contacto con su equipo.

Esta final es así, cambia todo el tiempo y las noticias bomba se prosiguen la una a la otra. Son incógnitas todavía, por ejemplo, las fechas definitivas, las posibilidades de tener público visitante, la terna arbitral del partido de vuelta y, por supuesto, las alineaciones de cada equipo. Es necesario remarcar cierta desprolijidad por parte de la máxima autoridad del fútbol sudamericano en cuanto a declaraciones y contradicciones. El más resonante de ellos ha sido la de compartir en redes sociales una publicidad respecto a la final con la aclaración de que la presencia de River estaba sujeta a lo que decidiera el Comité Disciplinario, disparando las alarmas en el club de Núñez.

No es la primera polémica en la que se ve envuelta Conmebol en esta edición de la Copa Libertadores. Ya hubo, a lo largo de varios cruces, e incluso en fase de grupos, escándalos por la inclusión de jugadores que contaban con viejas suspensiones. Algunos de ellos contaban con suspensiones pendientes de muchos años de antigüedad e incluso cuando jugaban en otros equipos. Incluso se llegó a hablar de la suspensión total de la Copa por estas irregularidades. También el VAR (Video Assistant Referee) ha sido una fuente inagotable de controversia, definiendo a veces partidos trascendentales. La mayor crítica no es la de la asistencia del video para aclarar jugadas rápidas o dudosas sino en los criterios sobre en qué clase de jugadas debe utilizarse y con qué criterios.

En el campo nacional también ha habido diferencias en cuanto a las declaraciones. Hoy por la mañana, el presidente Macri, reconocido hincha de Boca Juniors, declaró que ha decidido que ambos partidos cuenten con público visitante. Recordemos que hace ya varios años, en Argentina se ha prohibido la presencia del público visitante en para evitar episodios de violencia. Dicha declaración fue un poco apresurada, teniendo en cuenta que no se notificó a los presidentes de ambos clubes ni se los consultó antes, por ellos sucedió lo que se esperaba, un partido sin hinchas visitantes.

Para empezar las fechas iniciales tuvieron que ser adelantadas por la presencia de la reunión del G20 en Buenos Aires para las mismas fechas, lo que presenta un verdadero problema en seguridad urbana e incluso aeroportuaria. A partir de ahí la Conmebol propuso que las finales fueran en dos sábados en lugar de los usuales miércoles. Ello presenta un problema para la Superliga Argentina, que tiene partidos programados para esas fechas. Los mismos horarios propuestos, 16 horas, fueron criticados por los presidentes de ambos clubes ya que, según ellos, un partido un sábado por la tarde presenta un problema para la comunidad judía ortodoxa argentina, que respeta el shabat, para que pudieran asistir o ver el partido. Su propuesta es mover el horario a la noche, lo que permitiría a dicha colectividad presenciar el encuentro, esto tampoco se logró.

Así nos metemos, al fin, en lo futbolístico. River llega a la final después de haber terminado primero en su grupo y de eliminado en a dos equipos argentinos, Racing e Independiente, y a Gremio, vigente campeón desde 2017. Boca terminó decimocuarto en la tabla general pero tuvo unas destacables eliminatorias, marcando trece goles y recibiendo solamente cinco. Sus víctimas fueron Libertad de Paraguay y dos equipos brasileños, Cruzeiro y Palmeiras.

El estilo de Boca se define desde lo que propone su técnico en los equipos en los que ha estado. Ataques incisivos y con mucha gente. Sus armas principales hoy por hoy son la velocidad de ataque de sus delanteros y en especial el letal Darío Benedetto, con una racha goleadora temible después de una larga lesión.

River, por otro lado, es más difícil de definir, ya que su principal virtud es la capacidad de adaptación y de cambiar formaciones y estilos según lo que pidan los partidos. Su jugador más lúcido es el centro campista colombiano Juan Fernando Quintero con destellos de genialidad que iluminan el juego de su equipo.

En cuanto al cruce entre los dos River parece llegar con una ligera ventaja de confianza. A principios de este año le ganó a Boca la Superfinal Argentina y ganó el último clásico en La Bombonera por el torneo local. Además aun están frescas en la memoria de los hinchas las victorias ante su clásico rival en la Copa Sudamericana 2014 y en la Copa Libertadores 2015.

Por otra parte, las formaciones que van a protagonizar los encuentros no puede decirse nada con certeza. Ambos equipos cuentan con muchos jugadores de diferentes selecciones en sus filas. En ese sentido, por ejemplo, la AFA ya declaró que no citarán a los partidos de Argentina a ningún jugador de River o Boca y se ha pedido a las selecciones de Uruguay y Bolivia que hagan lo mismo. Colombia, otra de las selecciones con varios habituales jugadores involucrados, no tiene amistosos programados para este mes.

En fin, la mesa está servida. Más allá de todas las incógnitas todavía pendientes, el partido promete ser realmente uno de los eventos futbolísticos de clubes del año. Una final irrepetible, un choque épico del que solo uno surgirá vencedor.

Por: Juan Bautista Correa

 

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