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«El futbol es el trabajo más hermoso del mundo». Uno de los clichés y mentiras más recurrentes en el universo del balompié. Es cierto que muchos quisiéramos ser futbolistas, ganar grandes cantidades de dinero, jugar en el extranjero y ser alguien reconocido. Pero una de las tantas cosas que llegaron con el profesionalismo fueron los atropellos laborales y la necesidad del sindicalismo en el futbol.

Breve historia del sindicalismo

Tendremos que remontarnos hasta el siglo XIX para encontrar los cimientos del sindicalismo. En esta época sucedió uno de los hitos culturales y económicos más importantes de la historia. La revolución industrial cambió los métodos de producción. Anteriormente, el factor humano era determinante para lograr que el objeto cobrara un valor comercial. En este proceso, los gremios (agrupaciones de artesanos) jugaron un papel importante, pues eran las organizaciones donde se concentraban los trabajadores dependiendo su giro laboral.

Con la llegada del proceso industrial en el siglo XIX, las agrupaciones de trabajadores se vieron afectadas, pues el factor humano comenzó a perder protagonismo frente a las máquinas, esto en detrimento de las condiciones laborales. Recordemos que en este punto, el trabajo asalariado se establece como un común denominador. Lo siguiente sería un proceso a la agrupación laboral, pues surgieron movimientos laborales como el ludismo (rompe máquinas).

Surgieron organizaciones a partir de 1830 en diversos países de Europa. Por ejemplo, en Inglaterra con las trade-unions y en Francia aparecieron los syndicat. Acompañando a estos movimientos, surgieron manifestaciones y congresos de grupos laborales. Todos estos proliferaron de 1840 a 1850, periodo al que le siguieron los aportes de La Internacional, que se llevó acabo por primera vez en 1864 y a la que le siguieron varios congresos más y de los ideólogos como Karl Marx, Mijaíl Bakunin, entre otros.

En suma y aunque sólo lo abordamos desde una óptica general, desde el siglo XIX hasta el XX, el sindicalismo y la organización obrera se afianzaron en distintas corrientes para pugnar por los derechos laborales en un entorno industrializado y comercial.

El sindicalismo y el futbol: organizaciones para romper la burbuja de los futbolistas

El pequeño repaso sobre el sindicalismo es necesario para determinar la importancia de los sindicatos en el futbol. Al igual que los procesos industriales, el futbol abandonó su etapa artesanal para entrar en un dinamismo acelerado de compra y venta. Las instituciones (clubes) son marcas comerciales que buscan ingresos a través del futbolista.

Ahí radica la importancia, pero sobre todo, la similitud con el proceso del sindicalismo en la historia de la sociedad (económicamente hablando). Pues en el camino hacia el profesionalismo del juego, los futbolistas han tenido que agremiarse en sindicatos y luchar por sus derechos. A continuación algunos casos donde el sindicalismo irrumpió en la cancha.

La huelga de las Botas caídas. En 1979 se llevó a cabo la primera huelga en la historia del futbol español, misma que logró detener por todo un fin de semana el deporte a nivel profesional. Esta huelga se convirtió en un hito por ser el punto de quiebre rumbo a la democratización del deporte. Por si fuera poco, fue la primera huelga que logró un acuerdo entre la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) y los clubes ibéricos.

El reclamo del sindicato de futbolistas (que en aquellas fechas, presumía a 1700 afiliados) era mejorar las condiciones laborales, implementar el régimen de Seguridad Social y la supresión de límite de edad en Tercera División.

Más unidos que nunca. Ese fue el lema que los jugadores del sindicato uruguayo de futbol utilizaron en 1948. La duración del levantamiento de los jugadores duró siete meses (inició en octubre de 1948 y terminó en mayo de 1949). Periodo donde MUFP (Mutual Uruguay Futbolers Profesionales) peleó por mejores condiciones laborales.

En aquellos años los futbolistas prácticamente estaban atados a sus clubes. Por ejemplo, el jugador podía ser retenido de por vida en el club que se enrolaba, que de volver de un pase al extranjero tenía que retornar sí o sí a su club de origen.

El movimiento fue liderado por jugadores como el mítico Obdulio Varela y otras estrellas del futbol uruguayo. Al finalizar la huelga lograron la libertad de contratación, el diez por ciento de eventuales transferencias y contratos con fecha de vencimiento.

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Los casos arriba mencionados no fueron hechos aislados. Los movimientos sindicalistas dentro del futbol dieron pie a la creación y consolidación de agrupaciones de carácter laboral. Por ejemplo, PFA (Asociación Británica de Futbolistas Profesionales), asociación que trabaja en los derechos de los futbolistas ingleses, misma que cuenta con 4 mil afilados.     

Por otro lado, la UNFP (Unión Nacional de Futbolistas Profesionales) representa a gran parte de los jugadores franceses “En Francia estamos bien representados ante la federación y la liga, así que nos resulta más fácil negociar con los clubes”, mencionó Sylvain Kastendeuch en 2017. Al igual que el sindicato inglés, en Francia, la organización laboral trabaja en los derechos de los jugadores.

Afortunadamente los casos de sindicalismo se extienden en Europa y América. En todos ellos, el trabajo en pro de los derechos de los futbolistas es constante. Sin embargo, la otra cara de la moneda es México. El pacto de caballeros, algo similar a lo que erradicaron Varela y compañía, sigue siendo un fantasma que ronda el futbol nacional.

¿Y en México?

En nuestro país, el sindicalismo en el futbol parece un objetivo inalcanzable. Jugadores como Rafa Márquez y Carlos Albert, intentaron cohesionar a los futbolistas en un organismo que luche por sus derechos. El caso de Carlos Albert fue el que tuvo mayor forma de sindicato, sin embargo, no alcanzó el éxito esperado.

Hoy existen Asociaciones más no sindicatos que luchen por el futbol mexicano. Por lo tanto, una cuenta pendiente es la urgente sindicalización del balompié nacional. Con ello, México por fin escribiría sus primeras páginas como un futbol completamente profesional. No sé si algún día lo veremos, pero estoy convencido de que es un paso necesario.

Por: José Macuil García

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