Scroll Top
Óscar Pérez

Morir a plazos es la especialidad de los porteros”, escribió Juan Villoro en un ensayo sobre el suicidio del alemán Robert Enke, ex arquero de la selección alemana y el Barcelona. Para el guardameta mexicano Óscar Pérez, pararse bajo los tres postes siempre fue un impulso renovador.

Lee más: Robert Enke y el abismo de la depresión clínica

Hace por lo menos una década que la palabra retiro se vinculaba al “Conejo”, que en el Clausura 2016, con Pachuca, se convirtió en el jugador más longevo en coronarse en el fútbol mexicano, con 43 años. En 2007, cuando jugaba su última temporada con el Cruz Azul, equipo con el que debutó en 1993, el “Conejo” ya hablaba de dejar las canchas, sin imaginarse, quizá, que jugaría una Copa del Mundo (Sudáfrica 2010) como titular, que viviría la amargura del descenso con el Necaxa (2011) y que conseguiría, antes que La Máquina, un nuevo campeonato en la Liga MX con otro equipo hidalguense: los Tuzos.

Ve la entrevista completa que le hicimos a Óscar Pérez

Aquel Clausura 2016, Óscar Pérez se convirtió en la figura de una Final en la que el escenario estaba puesto para que el Monterrey arrasará al Pachuca, pero en el partido del campeonato su figura se agigantó más allá de los 172 centímetros que levanta del suelo y se convirtió en el hombre más valioso del encuentro por su liderazgo y una triple atajada contra los delanteros Rayados.

Aquella noche la sonrisa de Pérez invitaba al aplauso y a la reverencia de pie por lo que estaba de por medio. Sobre todo porque los que seguimos su carrera desde el inicio, recordamos algunas entrevistas en donde reconocía que no se divertía en un terreno de juego: “Divertirse queda a un lado por todo lo que está atrás, la responsabilidad que tenemos. Te diviertes cuando no hay nada de por medio”.

Pero sereno, en un partido en donde sus compañeros perdían balones en la salida y se mostraban erráticos al frente, la veteranía del “Conejo” sacó a flote una plantilla en donde el técnico, Diego Alonso, era dos años menor que él y la mitad de sus compañeros no habían nacido cuando el debutaba en un 0-0 entre La Máquina y el Atlas.

Y el “Conejo”, el que años atrás decía que “los jugadores de futbol que no sienten nervios, no son de este planeta”, hizo que el colombiano Edwin Cardona perdiera los estribos y mandara por encima del larguero su disparo desde el manchón penal que pudo haberle cambiado el rumbo a la Final.

Cuando sonó el último silbatazo en el Estadio BBVA, el “Conejo” fue el hombre más buscado por los reporteros. Pero él corría de un lado a otro de la cancha sin borrar la sonrisa de su rostro. En 23 años de carrera ganaba apenas su segundo campeonato. Diecinueve años tardó en que llegara su segunda corona.

Óscar Pérez Rojas dirá adiós a las canchas este sábado, en el Estadio Azteca, después de 26 años de carrera. Un dato que hace más significativa su despedida es que es el último jugador en activo que ganó el último campeonato del Cruz Azul, en aquel recordado Invierno 97, cuando Pérez dejó en el banquillo a dos históricos guardametas del balompié mexicano: Jorge Campos y Nicolás Navarro.

Hasta el último minuto de su trayectoria, el “Conejo” ha sido un ejemplo por su profesionalismo y humildad. Esta semana ha sido el hombre más buscado en el deporte nacional. Ha brindado múltiples entrevistas, la más emotiva de todas donde intercambió elogios y lágrimas con otra leyenda de La Máquina: Enrique Meza.

Óscar Pérez, el hombre que no niega un autógrafo, el que llegaba a las prácticas de su equipo en un Renault 5 de los años 80, el que nunca olvidó sus orígenes. El “Conejo” de la sonrisa y el resorte eternos.

Por: Roberto Vargas / @RS_Vargas

Entradas relacionadas