Florentino Pérez recibió al Real Madrid (el 16 de julio del 2000) en un estado preocupante en términos económicos. Inmediatamente puso manos a la obra y diseñó una estrategia que se basaba en traer a los mejores jugadores del mundo con la intención de aprovecharlos como productos de marketing que generaran mayores ingresos. Su plan no pudo salir mejor, ya que no solamente consiguió montar un equipo que concentraba a lo mejor de la orbe en términos de mercadotecnia; encima tenía una máquina de conseguir títulos.
En sus primeros tres años ganaron La Liga doce veces, una Champions, dos Súper Copas de España y una Súper Copa de Europa. Tras la revolución de las victorias, llegarían tres años de absoluta sequía, el Madrid no lograría ganar nada y Florentino terminaría por marcharse en el 2006.
Dentro de este equipo diseñado para ganar (ya fuera dinero o partidos), Zinedine Zidane ocupó un lugar central dentro del conjunto, no solamente por su gran capacidad de juego, sino por su elegancia y liderazgo. La imagen de Zizou derrochando singular delicadeza al momento de seducir a la pelota, quedaría grabada en el inconsciente de los madridistas para siempre, cargada de nostalgia gracias a las glorias en las que el francés participó en aquella época.
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Tras muchos años de recorrer senderos distintos, el camino de Florentino y Zidane volvería a coincidir. Bien dicen que uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida. Pérez dio la oportunidad a Zizou de dirigir al primer equipo (antes ya había sido auxiliar de Ancelotti) en enero de 2016 y una nueva era de esplendor llegó a la historia merengue. Si la directiva y la dirección técnica ya contaban con gente que sabía lo que era llenar de gloria el Bernabéu, a nivel cancha lo propio estaba hecho y una escuadra con lo mejor del mundo ( Ramos, Modric o Toni Kroos, por ejemplo) saltaba a la cancha con un tercer elemento que terminaba por cerrar esta trinidad merengue: Cristiano Ronaldo.
El portugués, como Messi, Maradona o Pelé, ocupa un sitio aparte en la historia del futbol. Su lugar junto a gigantes de la talla de Di Stéfano, Hugo Sánchez o Paco Gento no se puede cuestionar y, aunque es bien sabido que el Real Madrid siempre ficha a los mejores, Ronaldo pertenece a esa élite que se destaca por encima de casi todos. Tricampeón de la Champions y una Liga (entre otros títulos) fueron el saldo de esta fructífera triada forjada en la nostalgia.
La plenitud en el Santiago Bernabéu era casi palpable, sin embargo nada bello está condenado a perdurar. El 31 de mayo del 2018, Zizou anunciaba su renuncia. Como si esto no fuese suficiente, el 10 de julio del mismo año, «el Bicho» hizo público que su futuro se encontraba con la Juventus de Italia. Aquí es donde la crisis en el Real Madrid comienza a dibujarse lentamente. Es claro que un equipo no son sólo dos personas, pero no quepa duda de que en muy poco tiempo el equipo blanco perdió demasiado.
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Para la siguiente temporada, y unos días antes de que arrancara Rusia 2018, el conjunto madridista anunció la contratación de Lopetegui, quien en esos momentos dirigía a la Selección española (cargo del que sería destituido un día antes de que la justa comenzara). Su debut se dio contra el Atlético de Madrid en la pelea por la Super Copa de España y el resultado presagiaba el porvenir: 4-2 a favor de los colchoneros. Para el 29 de octubre de ese mismo año, Lopetegui fue cesado tras perder por goleada 5 a 1 contra el Barcelona. Su paso por el banquillo dejó un saldo de seis derrotas, tres empates y seis victorias tras 16 partidos dirigidos. Además de ser el estratega detrás de un Real Madrid que no pudo anotar gol por 481 minutos.
Tras la partida de Lopetegui, Santiago Solari fue elegido como director técnico interino, debutando con una abultada victoria de 4-1 en la Copa. Sin embargo, las cosas comenzaron a ir a menos y para principios de 2019, aunque el Madrid no lograba levantar del todo, los números en La Liga comenzaron a mejorar con el arribo del argentino. Las cosas parecían encausarse de nuevo. Pintaba la ocasión para aprovechar cualquier descuido del Barcelona para acercarse al campeonato. Pero entonces las cosas comenzaron a desmoronarse de forma estrepitosa.
El primer antecedente que podemos encontrar es mucho más simbólico que trágico. El 13 de febrero, con un marcador de 2-1 a favor de los madrileños, Sergio Ramos se hizo amonestar (consulta con la banca incluida) para limpiarse de amarillas y poder entrar limpio a los cuartos de final. Al terminar aquel encuentro y con los ojos puestos en él, declaró que había tomado esa decisión de manera estratégica.
La UEFA terminaría por sancionarlo con dos partidos. El 27 del mismo mes se encontraron con el Barcelona en el Santiago Bernabéu para saber quién llegaría a la final de la Copa del Rey. Un Ter Stegen pletórico evitó que el Madrid se fuera adelante. Los culés dejaron fuera de la Copa al conjunto de Solari con un marcador final de 3-0.
Pocos días después, el Real Madrid recibió a de nuevo al Barcelona en la Casa Blanca, pero ahora en el encuentro correspondiente a la liga local. El 1-0 a favor de los dirigidos por Ernesto Valverde dejó al Real a una docena de puntos del los blaugranas. Los de blanco vieron como se les escapó la Liga y la Copa en manos de su acérrimo rival. Pero no pasaba nada, su torneo, la Champions, estaba asegurado…
Hasta que no lo estuvo. Sin Ramos en la central y con la fatídica combinación de un Madrid perdido y un Ajax pletórico, la orejona también se escapó. No sólo es su partida, sino que las formas terminaron por acentuar una de las peores semanas en la historia del madridismo. ¿Qué pasa en la Casa Blanca? ¿A qué se debe la crisis en el Real Madrid? Son varios factores.
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La desestabilización por la era Lopetegui
Si bien es claro que no se trata de un director técnico novel, medios especializados afirmaron en su momento que el español tampoco tenía un gran cartel que lo precediera además de haber dirigido a la Selección española. Hay quienes han señalado que gran parte del problema es que al no tener antecedentes en equipos de mayor envergadura, el puesto en Madrid fue demasiado abrumador para un director técnico que no había tenido que lidiar con tantos egos en su vestidor.
Además de esto, Julen intentó implementar un estilo de juego que pareciera ser un retorno al pasado del futbol: La tenencia del balón. Hoy el paradigma respecto al juego ha evolucionado y las transiciones dominan la orbe. Solamente basta ver los resultados obtenidos por la mayoría de los equipos que jugaban con porcentajes altos de posesión durante el mundial, frente aquellos que basaron su planteamiento en una defensa sólida y transiciones a toda velocidad hacia el frente. Francia pertenece a éste último grupo.
Otro punto que jugó en su contra al tratar de establecer esta dinámica fue que en realidad su defensa no fue la muralla que se necesita para que el sistema funcione. Ramos y Varane sufrieron en múltiples ocasiones en el tema de la concentración y esto terminó por pasar factura al marcador. Por su parte, otro que falló tanto con el español como posteriormente con el argentino fue Marcelo, que entre lesiones y falta de continuidad no ha logrado recuperar su mejor nivel y el mismo Solari llegó a hablar del rendimiento del brasileño, a quien actualmente tiene borrado del once titular.
Aunque la llegada de Solari hubiese sido la solución, los seis partidos que ya había perdido Lopetegui condicionaban de manera profunda el resto de la temporada y obligaban al Madrid a no fallar si quería tener la posibilidad de pelear por La Liga.
2. La ausencia del Comandante y de referentes al frente
Durante varias temporadas, el Comandante fue el principal artífice de los goles del conjunto merengue, ganando los campeonatos de goleo o estando en las primeras posiciones. Para darnos una idea: en la temporada 2016-2017, el Madrid metió 106 goles, de los cuales 25 fueron del portugués, mientras que en la 2017-2018 los merengues sumaron 94 tantos, de los cuales 26 fueron contribución de Ronaldo (y esto sin contar las asistencias).
Para la primera temporada sin su máximo anotador, en vez de contratar a algún delantero de renombre mundial -como la esencia florentina mandaría-, se hicieron de jóvenes promesas, como es el caso de Vinícius Júnior o Mariano Díaz, quienes aún no tienen la madurez para liderar la delantera de un cuadro como el del Madrid. Por su parte, los jugadores que se esperara lo hicieran como Benzema y Bale, han mostrado inconsistencias o lesiones.
3. Las lesiones
En este momento, el Madrid parece un hospital y Solari ha tenido que hacer malabares para poder llenar todos los huecos dejados por distintas dolencias. Bale ha sido una constante en este tema. A principios de año Marco Asensio sufrió una lesión muscular de grado II, y en el desastroso partido de vuelta contra el Ajax en la Champions, Vinícius Júnior salió lesionado. Estos son solamente algunos ejemplos, pero también se han encontrado fuera de las canchas Courtois, Toni Kroos, Llorente, Benzema y Mariano. Uno de las principales virtudes de Zidane no solo fue el manejo del vestidor sino la administración del talento, misma que ahora se ve condicionada y que fue factor en el torneo blanco: la Champions.
4. Falta de motivación
El equipo parece apagado, sin factores que lo revolucionen -el caso de Isco es ejemplar en este sentido-, y varios jugadores (si no es que la mayoría) no han mostrado su mejor nivel. Modric es la baja de juego que más destaca debido al contraste que se puede ver hoy en comparación con el que era apenas casi medio año, sin embargo, no es el único. Aún a pesar de esto no ha dejado de ser titular.
De la misma manera futbolistas como Kroos o Casemiro se encuentran muy alejados de su mejor versión. Pero no solamente se trata de individualidades que van a la baja, sino que en conjunto tampoco han logrado combinarse de manera sólida. La cantidad de minutos que han llegado a pasar sin conocer el gol no es casualidad y aunque siempre están alrededor del área rival, rondando el arco, no logran concretar las pocas ocasiones que generan.
Probablemente esto pueda estar relacionado con problemas en el vestidor como múltiples medios han llegado a especular (especialmente entre Solari e Isco). Pero declaraciones recientes en las que Modric afirmaba que “No podemos tener una cagada al principio de cada partido” o las del capitán Ramos cuando dice que “Nos diremos las cosas a la cara. El camino es ese, hablar de puertas para adentro y que no salga” hacen ver que se viven momentos de tensión dentro del Bernabéu. Cuando Carvajal soltó que “la temporada está acabada para nosotros. Lo que nos toca ahora es dar la cara, no escondernos, y saber que llevamos una temporada de mierda”, resumió de manera precisa la actitud que parece rodear al vestidor merengue.
Es claro que el Madrid atraviesa una crisis importante esta temporada, que terminó por comprometer incluso la Champions League, que es el torneo donde no habían sabido fallar en los últimos años. Esto se ha resentido no solamente dentro del terreno de juego, ya que las gradas también comienzan a verse diezmadas. Tras nueve partidos como locales, el hogar de los merengues ha registrado las peores entradas del último lustro, con un promedio de asistencias inferior al 80%. El partido que peor ingreso de aficionados presentó fue el encuentro contra el Leganés en los octavos de final de la Copa, con poco más de 44 mil espectadores en un recinto con capacidad para 81 mil personas.
Pero no solamente se puede culpar a unos números que son desastrosos para una entidad de la talla del Real Madrid, sino que también ha hecho falta la contratación de jugadores que atraigan masas. Si bien han traído jugadores que parecen ser el futuro del futbol mundial, no ha arribado a la Casa Blanca ningún fubolista que tenga la capacidad de levantar el deseo de la afición por congregarse en el Bernabéu ver a una estrella de clase mundial recorrer el campo con la camiseta blanca.
Alberto Román / @AlbertoRomanGar