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Murtaza Ahmadi

Murtaza Ahmadi conoció a Leo Messi en 2016, pudo convivir con su ídolo en la ceremonia protocolaria de un partido entre Barcelona y Al-Ahli en Doha, Catar. El niño de apenas 6 años de edad había podido convivir con el argentino por un breve momento aunque este hizo lo posible para que esos minutos duraran una eternidad, recordando ese tierno video en el que Murtaza no se separa de Leo hasta minutos antes de que iniciara el juego.

Ahmadi nació en Afganistán en 2010, es amante del futbol y fiel seguidor del exjugador del Barça. Se viralizó en internet por una fotografía que subió su hermano Hamayoun Ahmadi de él, luciendo el dorsal 10 y el nombre de Messi en una camiseta intervenida en una bolsa de plástico rayada, simulando a la albiceleste y rotulada con el número del astro.

El niño de 5 años en enero del 2016 se sentía un futbolista profesional, estaba portando los colores de su ídolo y viviendo el sueño con un jersey de Messi porque así lo señalaba su espalda. La imagen viajó por internet desde Facebook y mientras Murtaza disfrutaba de su playera, en su escuela lo molestaban por usar plástico como ropa. Aunque las burlas nunca le importaron. Poco después, la foto llegó a la Unicef, donde el delantero es embajador.

Pronto le hicieron llegar hasta la puerta de su casa en el distrito de Jaghori, en Ghazni, Afganistán, unas camisetas firmadas por el puño y letra de Leo y un balón para que siguiera jugando a la pelota. No obstante, empezaron a rondar rumores de que en esas cajas venían también cientos de billetes para su familia como cortesía del futbolista, comentarios infundados que perjudicaron a sus seres queridos. 

“Nuestra cultura se basa en la caridad”, relata el tío de Murtaza en un reportaje de Bleacher Report, “Si un extranjero está en contacto con él, entonces debe haberlo ayudado”. La vida de los Ahmadi cambió en tanto llegaron las jerseys autografiadas, pues la gente comenzó a creer que tenían dinero por Messi. “Empezó a haber gente merodeando la casa por la noche. Fue muy perturbador”, describió Arif, padre del niño.

Los rumores llegaron a tal instancia que temieron que pudieran secuestrar a Murtaza, además de que recibieron amenazas de los talibanes que provocó que pidieran asilo en otras naciones pero fue denegado. En mayo fueron desplazados hacia Pakistán por la situación y en diciembre la organización de la Copa del Mundo de Qatar 2022 los invitaron al partido contra Al-Ahli.

La familia voló a Doha y Murtaza Ahmadi conoció a Leo, estuvo con él durante la ceremonia y trató de hacer más extensos los minutos que pasó a su lado. Lo abrazó, tomó su mano y caminó junto a él a la cancha, su amor es tanto que ironiza que quiere más a Messi que a su madre. La anécdota de la previa del juego realizado a finales del 2016 es conmovedora porque el árbitro del encuentro fue quien tuvo que sacar a Murtaza del campo para iniciarlo, pues él no quería dejar al argentino, o más bien no podía entenderlo.

“Él me decía que me fuera con mi padre pero yo no entendía su idioma y se rió de mí”, dijo el menor para BR. Volvieron a casa después de volar a Catar pero Arif tenía la esperanza de que pudiera hacer algo más por ellos, como tratar de que se quedaran en el país. Su papá recuerda que Cristiano conoció a un niño proveniente de Siria, Zied Alabed, y él y su familia pudieron conseguir asilo político en España, después vivieron en Getafe. 

“Creo que pudo hacer más [Messi], no por mí sino por Murtaza porque es un gran admirador suyo”, relató Arif Ahmadi. Regresaron con los corazones contentos por lo que su hijo vivió junto al argentino y el Barcelona pero con las manos vacías. De nueva cuenta, empezaron a correr rumores de que ellos consiguieron mucho dinero gracias al futbolista pero todo era falso.

Temieron que los talibanes secuestraran al menor, debido a que a veces lo detenían mientras iba a la escuela para preguntarle si era ‘el Pequeño Messi’ pero decía que no, que él no era Murtaza, sino su hermano, todo para salvarse. Así que dejó de asistir al colegio y fue enviado a Kabul, capital de Afganistán para evitar cualquier acción. Vivió por un año allí, jugaba con sus primos dentro de su casa y en el techo pero los ataques se incrementaron por la guerra.

“[Kabul] No es un buen lugar para jugar futbol, no tengo amigos”, dijo Murtaza. El balompié dejó de disfrutarlo al vivir de cerca la guerra comprendida por los talibanes. En el verano del 2020, volvió a Jaghori, en Ghazni con su familia. Allí permanecieron hasta que viajaron de nueva cuenta a la capital, antes de que tomaran control de este lugar y las fuerzas internacionales también desalojaran el espacio.

La familia Ahmadi vive con más miedo que nunca, temen que los talibanes registren vivienda por vivienda y eso le provoca pesadillas a Murtaza, quien ya tiene 11 años e edad. “En mi sueño veo que los talibanes vienen, llaman a la puerta y me gritan”, relató el menor para EFE. Viven escondidos por la situación actual y la que han cargado desde hace cinco años, cuando ya han sido identificados por su relación con Messi.

“Quiero viajar a un lugar seguro desde Afganistán. Por favor, sálvenme”, pidió Murtaza a los futbolistas, en especial al ahora campeón del Mundo y la Copa América. El joven solo quiere volver a jugar a la pelota y salir de su país. “Tocan la puerta, Murtaza piensa que son los talibanes y corre hacia mí o mi madre para esconderse”, relató Mahdia Ahmadi, su hermana de 22 años.

Aquellas playeras con la firma impregnada de Messi quedaron olvidadas en su anterior domicilio en 2018, cuando tuvieron que huir de su hogar. Ya no cuenta con ellas pero sí con el recuerdo. Hoy, a un año de esto, solo espera una oportunidad de salir de su nación y tener la posibilidad de cambiar el rumbo de su vida, mismo que su familia y él han tratado desde 2016.

 

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Por: Samantha González Silva / @ssmanthaglez

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