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El sábado 8 de septiembre del 2018 el Estadio Azul se despidió de su afición. Lo hizo con un encuentro entre leyendas de Cruz Azul y América, el denominado “Clásico de leyendas” pintaba para todo un festejo. La barra había preparado todo para recibir a sus ídolos, entre los que destacaban: Hermosillo, Gabriel Pereira y el Chelito Delgado, quien recientemente se retiró.

Sin embargo la pasión sobrepaso el marcador de 3-2 favorable al América, pues la afición al escuchar el pitido final, saltó al campo a llevarse parte de la historia de su club; así trozos de pasto hasta las redes de las porterías, fueron los trofeos que reclamaron los aficionados. Por otro lado, debemos recalcar que estos actos terminaron en un enfrentamiento entre la escasa seguridad que se encontraba en el estadio, y la afición, empañando el adiós del azul. 

Pero ¿qué otros estadios han dejando un hueco en el corazón de los aficionados? En México podemos citar varios casos, pero son el emblemático Neza 86 y el histórico Estadio La Martinica. Este último, es particularmente nostálgico. Ya que el inmueble ubicado en el estado de Guanajuato, es parte de la historia del futbol mexicano, fue casa de Unión de Curtidores, club que se diera a conocer en 1974, y que se mantuvo en el máximo circuito por cerca de 8 años hasta que se enfilo a las divisiones de ascenso. También acogió al Club León, mismo al que vio salir campeón en dos ocasiones –para se precisos en la temporada 51-52 y 55-56—, desgraciadamente La Martinica se despidió de una forma no grata.

Pues el estadio fue comprado por 70 millones de pesos –al menos esa es la cifra que se ha dado de manera oficial—para convertirse en una unidad habitacional o centro comercial, aún no hay información cierta sobre lo que se hará con el predio, pues la demolición del estadio continua inconclusa. A su vez, la imagen que rondó en la mente de más de uno, fue la de los trofeos y demás recuerdos del estadio en la calle, así se despidió el inmueble.

Mientras que el Neza 86, es actualmente un templo a la memoria del los aficionados al futbol. Casa del icónico, y eterno Toros Neza, mundialista en 86, hoy es un verdadero despojo. El estadio ha visto en más de una ocasión los intentos por recuperar el futbol en Nezahualcóyotl, pero todos ellos no han logrado afianzarse. Además sigue a la espera de una remodelación, pues el Gobierno del Estado de México en más de una ocasión tuvo en su agenda el darle un poco de vida a un estadio que se encuentra prácticamente abandonado, sin noticias ciertas sobre su posible uso. Y ¿qué sucede cuando la despedida es más una metamorfosis?

Para responder esto habrá que voltear a Europa, y tres casos emblemáticos: El viejo San Mamés y Highbury. Todos ellos cerraron sus puertas para dar paso a un nuevo inmueble, abriendo el debate a la resistencia a lo nuevo y el añoro de la tradición. El viejo San Mames por ejemplo, acompaño durante 100 años al Athletic de Bilbao, el estadio que es parte fundamental de la identidad del club, ahí: “En San Mamés parece que todo ocurre dos veces. No ves el momento de que acabe el partido” acotaba Pep Guardiola sobre el estadio.

Mismo que se despidió en 2010, cuando se dio a conocer el proyecto para la “nueva catedral”. Caso similar a Highbury, antigua casa Arsenal que dio paso al Emirates Stadium, en Highbury sin duda, Arsenal vio sus mejores años, campeonatos de FA Cup, una liga invicta y a las leyendas del club, sin embargo un 7 de mayo de 2006 diría adiós para dar paso al tercer estadio más grande en la Premier League, es decir el Emirates Stadium. Actualmente Highbury se convirtió en el hogar –literalmente—de los aficionados y habitantes que puedan pagar un departamento, ya que el estadio ahora es un complejo habitacional.

En síntesis, la despedida del estadio en donde viste tu primer partido, o que ha acompañado a tu equipo por más de 100 años, puede ser violenta y un reflejo de la pasión desbordada, caso del Estadio Azul. O con un sabor triste, caso de La Martinica, también puede ser un proceso de evolución, como los últimos dos casos citados. En fin, sabemos que decir adiós siempre es complicado, pero en ocasiones es necesario.

Por: José Macuil García

 

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