El 29 de abril de 1945, la Segunda Guerra Mundial estaba por concluir. Faltaban 72 horas para que los soviéticos se hicieran con Berlín y un día para que Adolf Hitler terminara con su vida. El nazismo agonizaba, junto con toda Europa, que se encontraba completamente devastada por una guerra que había cobrado demasiadas vidas y que se había prolongado demasiado.
En casi toda Alemania, el futbol se encontraba detenido. La mayor parte de los futbolistas se encontraban en el frente, y los que había logrado ser descartados para la guerra, tenía como actividad principal cualquier otra cosa. El futbol era secundario… Y no. Ese 29 de abril, en medio de las ruinas, se disputó el último encuentro de balompié bajo el dominio nazi. El Hamburgo y en Altona 93.
Según han llegado a afirmar algunos historiadores, al Führer no gustaba del futbol por “ser un deporte demasiado inglés”.
El futbol en la Alemania nazi
Este encuentro, como la mayoría de los encuentros que se disputaron en la fase final de la Segunda Guerra Mundial, ocupaba un sitio distinto, servía a una necesidad diferente a los encuentros previos: debía levantar la moral, mantener la esperanza de los alemanes. El futbol era un salvavidas para un pueblo que veía cómo el mundo se convertía en escombros.
Y es que en tiempos anteriores, la pelota (y el deporte en general) había sido más bien una insignia triunfal. La cancha se había convertido en un segundo campo de guerra, donde la superioridad aria se hacía notar. Los marcadores no eran otra cosa que el testimonio de una «raza superior» dando cátedra. Según han llegado a afirmar algunos historiadores, al Führer no gustaba del futbol por “ser un deporte demasiado inglés”. Sin embargo está claro que tampoco era tonto, y pronto comprendió, junto a Joseph Goebbels (su mano derecha), que la pelota era un medio.
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Es bien sabido que justo con el arribo de Hitler al poder comenzó una limpia dentro de los equipos de futbol. Se calcula que más de 300 futbolistas de origen judío desaparecieron, además de haber obligado a los presidente del Bayern Munich (Kurt Landauer) y del Borussia Dortmund (Egon Pentrub) a abandonar sus cargos para huir del país.
Si el futbol se iba llevar a cabo, iba a ser únicamente para exaltar el éxito del proyecto del nacionalsocialismo, y es justamente aquí donde entra el Schalke 04. Según una nota publicada por el Times en 2008, en la que enlistó a los hinchas que ningún club quería tener, Adolf Hitler era aficionado de los mineros. Como era de esperarse, la directiva salió a desmentir esta información, aseverando que no hay un sólo registro de que el Führer haya asistido al estadio, ni muestra alguna de que realmente sintiera una preferencia por este club.
El Schalke 04 y Adolf Hitler
Con esto lograron demostrar que es altamente probable que Hitler realmente no sintiera ninguna simpatía por el club de Gelsenkirchen. Por lo menos no como un aficionado, ya que si bien no existe ningún testimonio que dé fe de que el dictador alemán haya estado presente, sí hay registros de aficionados con pancartas en apoyo al movimiento nazi. Además de esto, podemos encontrar los números del club, que se vuelven curiosamente apoteósicos con el arribo del Tercer Reich, consiguiendo seis ligas entre 1934 y 1942, además de conseguir cuatro años invicto.
Y es que un elemento más que resulta curioso es que tras la caída del nazismo, el Schalke ha vivido una sequía importante de títulos. Aunque salieron campeones en la temporada 57/58, este título sabe a poco si se compara con todo lo que consiguieron en la etapa más negra de la historia de Alemania.
Quizá su más grande logro desde entonces ha sido la Europa League del 96/97. Este tipo de datos son los que han hecho que se piense que el Schalke le debe su etapa de gloria al nazismo, sin embargo, hasta el momento esto no se ha podido comprobar.
Pareciera ser que no hay elementos definitivos para afirmar que el Schalke 04 tenía un sitio en el corazón de Adolf Hitler, y que en realidad lo que sucedió es que, como muchos otros a lo largo de la historia, vio en el deporte, y particularmente en el futbol, un medio a través del cual legitimar su proyecto político.
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Por: Alberto Román / @AlbertoRomanGar