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Liga Mx Femenil

Texto escrito en colaboración con Campeonas MX

Ya no jugó el segundo tiempo—el encontronazo con la portera rival tuvo graves consecuencias. Sacó la peor parte cuando ambas buscaron el balón al borde del área chica; perdió el equilibrio y cayó. Se levantó cojeando. El diagnóstico: distensión de ligamentos; grado dos, casi tres, en el colateral medial. Apenas era la cuarta jornada y se perdería prácticamente el resto del torneo.

Insatisfecha con el manejo del equipo, para una atacante de Pumas—una extrema derecha—esto solo añadía al descontento. El equipo terminó el torneo Apertura 2018 con nueve victorias, 30 puntos y una diferencia de 10 goles a favor: su mejor papel hasta entonces. Aún así, y a pesar de haberse recuperado a tiempo para jugar un par de partidos de liguilla, Ana Paola López ya estaba decidida. Había formado parte de Pumas desde el inicio de la liga femenil, en 2017. Ahora buscaría salir.

Antecedentes

No era la primera vez que consideraba irse. Conoció a Leonardo Cuéllar cuando fue su entrenador en la selección sub-17 y, tiempo atrás, el actual Director Técnico del América le propuso irse a Coapa. Los directivos de Pumas se molestaron. Le dijeron que los movimientos de jugadoras se acuerdan entre directivas y está muy mal visto que un entrenador contacte a una futbolista directamente.

Además, su contrato aún no expiraba, y terminó quedándose en el equipo. Ahora, tiempo después, las cosas habían cambiado. Le quedaban solo seis meses de contrato, y el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de la FIFA, con el que se rigen todos los fichajes de las ligas mexicanas, le permitía buscar su traspaso independientemente de la directiva.

Los mecanismos oficiales

El mercado de fichajes se modernizó en 2018. Desapareció el draft, aquella turbia junta entre directivos donde intercambiaban jugadores como estampas Panini, y adoptaron una base de datos electrónica, el Sistema Integral de Información Deportiva, o SIID, que Enrique Bonilla, presidente de la Liga MX, describió como una especie de Amazon futbolístico: “las contrataciones se pueden hacer desde casa, la oficina o desde donde haya conexión a internet”.

El artículo 24 del Reglamento de competencia Liga BBVA Femenil 2019-2020 dice que “los clubes podrán hacer visibles a través del SIID, a las jugadoras que considere transferibles a efecto que los clubes interesados en alguna de las jugadoras pueda ofertar y llevar a cabo la operación de transferencia y posteriormente tramitar el registro correspondiente”. Si bien la jugadora conoce dicho sistema, hasta que hablamos López, no sabía que se utilizara para tramitar fichajes, mientras que en otro equipo me dijeron que el uso que le dan es “nulo”, y especularon que ocurre lo mismo en el resto de los clubes.

¿Cómo funcionan las transferencias en la Liga Mx Femenil?

Para ser precisos, el mercado de transferencias de la liga femenil no es estrictamente un mercado—al menos en el sentido convencional. Las cartas de las futbolistas no tienen ningún valor monetario, y no hay dinero alguno que cambie de manos.

Si bien esto— contratar jugadoras pura y llanamente para intentar hacer el mejor torneo posible—le otorga al futbol femenil mexicano un cierto romanticismo deportivo, también provoca que los fichajes más comunes sean intercambios: cedes una de tus jugadoras a otro equipo que, a su vez, cede una al tuyo, y así todas terminan conociéndose. Para salir de Pumas, en lugar de hacer uso del SIID, López empleó un sistema que es usado con más frecuencia en la liga femenil, y uno en el que las jugadoras actúan como sus propias scouts.

Las redes sociales

La mayoría de las futbolistas tienen y administran sus propias redes sociales y usan aplicaciones de mensajería como WhatsApp; por amistad, por haber entrenado juntas, a veces por ser familia, son las primeras en enterarse si una conocida que juega en otro equipo está insatisfecha y buscando salir; información que comparten con sus directivas, y en caso de que estén interesadas, contrario a la molestia que mostró Pumas cuando Cuéllar le propuso a López emigrar a Coapa, las contactan directamente y comienzan a gestionar su traspaso.

Al impulsar su salida del equipo universitario, López tomó un control sobre su carrera que las futbolistas de la liga femenil normalmente no tienen. Sin ningún tipo de representación, fuera de familiares o amigos que suelen aconsejarlas mal, o alguien que las asesore, su futuro como futbolistas recae, casi totalmente, en las directivas.

Es obligatorio pagarles un sueldo y, cuando quieren asegurar su permanencia, a veces les proponen un aumento, pero transferirlas o darlas de baja, ambas opciones con un serio impacto en sus carreras, no les representan ningún gasto.

Migrar de club

Casi no me salen las palabras para expresar lo que siento por el club que me formó como persona y como profesional”, escribió Karime Abud en su cuenta de Instagram. Al igual que López, siempre había jugado en Pumas, pero a finales de 2018, a dos días de que cerrara la temporada de fichajes, le avisaron que ya no tenía cupo en el equipo. Debió esperar seis meses a que se abriera la siguiente para buscarse dónde jugar. Además, al haber nacido antes de 1993, Abud ocupa una de las seis plazas de veteranas que tienen permitidos los equipos, y eso dificultaba el proceso: su carrera como futbolista podía terminar antes de que cumpliera 30 años.

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El de Abud no fue un caso aislado. Según un estudio de El Economista, para el Clausura 2019, “de las 61 jugadoras que dieron de baja 13 de los 18 [equipos] que conforman el torneo, 62% […] no pudo encontrar lugar en otro”. Dependen, según dijo José Luis Arce, entonces vicepresidente de capacitación de talento en Pumas, en ese mismo texto, “de los espacios de otros clubes, de la invitación que les puedan hacer”. Abud cuenta que en Tolucame dijeron que había una vacante. Entonces, sin pensar, acepté”.

Sin embargo, aunque supuestamente la dieron de baja, su traspaso coincidió con el de la mexiquense Dirce Delgado, otra veterana, a Pumas. Algo muy similar a cuando Ana Paola López se fue a Pachuca; la delantera hidalguense Estefany Hernández llegó al equipo universitario.

La situación laboral

“Yo negocié mi propio contrato”, dice la extrema derecha, ahora tuza. Las futbolistas de la Liga MX Femenil están en una especie de limbo laboral. Bajo el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, la FIFA considera profesional a una jugadora que “tiene un contrato escrito con un club y percibe un monto superior a los gastos que realmente efectúa por su actividad futbolística”, y aclara: “cualquier otro jugador se considera aficionado”.

En México, las futbolistas no ganan “monto superior a los gastos” que les cuesta ser futbolistas y pagar así una abogada, representante o asesora. Para acordar su nuevo contrato con Pachuca, López contó solo con la ayuda de José Luis Arce, “y mi papá”. Según me dijeron en un equipo, la mayoría de las futbolistas, al ser tan jóvenes, no tienen la preparación ni los medios para lidiar con los asuntos legales laborales más básicos, como negociar sus contratos o, a veces, siquiera comprenderlos.

La ilusión de convertirse en futbolistas profesionales las lleva a aceptar lo primero que se les ofrece sin que conozcan sus mínimos derechos laborales. Muchos equipos, por ejemplo, no les pagan aguinaldo, y ellas no saben exigirlo. Reciben iPads en lugar de bonos monetarios y, cuando ocurre algún imprevisto, como cuando el equipo para el que juegan se desvanece de un día para otro, se quedan solas.

El caso de Veracruz

Tras la desafiliación del Veracruz, las ahora extiburonas se encontraron en una disyuntiva: ir a la Comisión de Controversias a exigir sus salarios pendientes o apurarse a buscar dónde jugar la siguiente temporada antes de que se termine su periodo especial de fichajes. “Sobre todo, lo que nos preocupa a mí y a varias de mis compañeras”, dijo Cheyli Almejo a Cancha, “es saber […] si podemos presentarnos a pedir una oportunidad en otro equipo […]. Sería bueno que alguna autoridad nos orientara para hacer las cosas de manera correcta”.

Disculpa que te lo diga así, pero sería una ojetada cobrarles”, me dijo Ángel Palma, director de la agencia Total Match que entre su clientela representa a algunas jugadoras de la Liga MX Femenil, pro bono, ofreciéndoles los mismos servicios que a sus clientes varoniles—representación y asesorías legal y financiera—con la meta, como mínimo, de conseguirles “condiciones dignas de trabajo”.

Yo les digo a mis clientes ‘lo que tu vas a trabajar, te va a permitir monetizar la pasión’”, repitiendo una frase de su página de internet que resume la meta de construir las imágenes de las futbolistas a las que representa; “hay gente que te va a seguir, hay marcas que te van a ver [deportivamente] atractivo o atractiva para llegar a la afición, pues evidentemente eso va a redituar en algo económico”.

El valor de la carta

Y si las futbolistas logran un beneficio económico, es posible que sus equipos también: “un jugador o jugadora que cuida su imagen, la trabaja, se hace un activo más valioso para el club”. ¿Y si eso crea un mercado de verdad de futbolistas femeniles? ¿Si hace que sus cartas cobren valor? Palma no lo cree: “yo no sé si la imagen vaya a provocar que las cartas tengan un costo”.

Para él, su valor aumentará cuando la Liga Mx femenil genere suficiente capital para sostenerse por sí misma, cosa que no logra aún. Pero, aunque opina que no será tan popular como el varonil, Palma está seguro que será un negocio rentable cuando mejoren las entradas, y, sobre todo, los equipos se hagan lo suficientemente populares para generar y negociar derechos de transmisión, como ya ocurre en otros países. Por ahora, en Total Match están dedicados a construirle una imagen a sus futbolistas como lo que son—futbolistas.

Hace poco logró un acuerdo con Concord para que la marca deportiva patrocinara a una de ellas, que presumió en su Instagram: “Volviendo al ruedo con @miseleccionmx y acompañada por @concord_oficial”, escribió, junto a una foto de sus pies enfundados en unos tachones nuevos, blancos con una calceta naranja integrada. “Best Performance”, dicen cerca de la punta, en una tipografía deportiva. Quien quiera jugar con los tachones Estilo S178GJ que usa Ana Paola López, la extrema derecha del Pachuca, deberá desembolsar cerca de 800 pesos.

La apertura

Con el Apertura 2019 se le abrieron las puertas de la Liga MX Femenil, antes exclusiva para jugadoras nacidas en México, a las jugadoras mexicoamericanas. Los fichajes como el de Renae Cuéllar, de una larga trayectoria en ligas extranjeras como Estados Unidos, Alemania e Islandia; el de Bianca Sierra, junto con la mexicana Stephany Mayor, también provenientes Islandia; y el de María Sánchez, que llega del Chicago Red Stars, donde jugó junto a la estrella australiana Sam Kerr (de próximo debut en el Chelsea inglés), prometen alterar el mercado cuando los equipos comiencen a recibir ganancias por sus futbolistas, pero no sin algunas desventajas.

Es muy posible que los sueldos de aquellas provenientes del extranjero sean mucho más altos que los de las locales. Palma, así como personal de otros clubes, especulan que esto puede causar descontento y dividir los vestidores. Se deberá abandonar el amateurismo que aún permea varios aspectos de a Liga MX Femenil y buscar seguir construyendo una liga profesional por parte de los directivos.

El 24 de diciembre se reportó que Jesús Martínez, presidente del Pachuca, liquidó personalmente los sueldos pendientes de las jugadoras del desaparecido Veracruz para que pudieran dedicarse a encontrar dónde jugar el próximo torneo, para lo que también les ofreció la oportunidad de “realizar visorías con el cuadro hidalguense para seguir sus carreras”. Ana Paola López reaccionó a la noticia en su cuenta de Twitter: “Orgullosa de este club […]. Estar en @TuzosFemenil es lo mejor que me pudo haber pasado”, escribió.

Por: Patricio Bidault / @pbidault

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Comentarios (1)

Cuál es el único equipo que las tiene bien, Tigres Femenil? Qué triste que las chicas anden prácticamente mendigando un salario que ni a digno llega

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