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Desgranando el efecto Airbnb

Airbnb está de moda, desde hace algunos años ya. Sin embargo, la explosión del home office pandémico y la ola de nómadas digitales a la Ciudad de México ha tenido un gran impacto en la dinámica social de la ciudad. Con la posibilidad de trabajar remotamente para cualquier empresa de cualquier parte del mundo, el sabor cultural mexicano en zonas como la Roma-Condesa o Polanco ha atraído a muchísimxs extranjerxs.

Además, la hospitalidad mexicana siempre es agradecida, y más aún porque es a un precio usualmente menor al que tienen que pagar en sus lugares de origen. Sus lugares de origen, sin embargo, tienden a ser económicamente más poderosos y con mucho mejor acceso a bienes públicos de calidad como una educación global, salud, más y mejores espacios y oportunidades de recreación deportiva o artística. De ahí que también sean países más productivos, capaces de pagar salarios altos que pueden comprar barato la calidad cultural que sí hay en México.

La calidad cultural mexicana sin embargo, no es igual a la calidad de vida mexicana. Culturalmente somos quienes somos y por sólo vivir está ahí la cultura mexicana, es visible para todxs, y de libre acceso. La calidad de vida vista como buenas prestaciones laborales, educación, salud, y formación deportiva o artística no son de libre acceso. Hay una gran diferencia entre bienes públicos y privados en este país, y el ocio, recreación, educación y deporte se han ido privatizando y encareciendo. Por lo que lxs pocxs privilegiadxs que sí pueden pagar ese acceso a una calidad diferenciada, se han beneficiado. Calidades diferenciadas son desigualdad, y a su vez, la causa de desigualdades más profundas con el paso del tiempo al interior del país.

Ahora, esto no es problema para lxs extranjerxs. Con menos barreras iniciales que las mexicanas, pueden costearse su vida en el país. Les encanta venir, y aparte es barato. ¿Quién no lo haría en su situación? Pero lo que para ellxs es barato, para la mayoría de mexicanxs es caro, y lxs dueñxs de los inmuebles, sin regulaciones serias, ceden sus departamentos o casas a Airbnb.

Con rentas más cada vez más caras, en una ciudad donde 5.8 millones de viviendas son rentadas, miles de mexicanos son desplazados de su hogar. Con un ingreso mensual promedio de $17,933 según la ENIGH, y rentas que en la Benito Juárez, Cuauhtémoc, y Miguel Hidalgo, van de $17,215 hasta los $90,461, imposible. Aparte, 51% de la gente que renta no tiene acceso a crédito o no gana lo suficiente para comprar una propiedad.

Por eso, no es sorpresa que cada año 20,000 personas en CDMX se vean forzadas a migrar a zonas periféricas que se saturan, y a su vez, expulsan a otros 7,000 que acaban en asentamientos precarios y de alto riesgo. Y la desigualdad entre las zonas Airbnb y las zonas de vivienda en la ciudad crece cada vez más, e incluso de forma agresiva. De esos 27,000 desplazados, 3000 son desalojados. Ese es el efecto Airbnb: gentrificación, desplazamiento de mexicanxs de clase media, quienes con menor acceso urbano, van perdiendo poder adquisitivo paulatinamente. Eventualmente la clase media se reduce, la pobreza aumenta, y la riqueza se concentra cada vez más en menos manos. Y es notorio.

Lo mismo pasa en la Liga MX Femenil.

Gentrificando la cancha femenil

Desde que se abrió la liga a jugadoras extranjeras, los fichajes “bomba” están de moda. Para los clubes son fuente de clicks y conversación en redes, lxs aficionadxs se emocionan, es buena imagen para la liga, el despliegue futbolístico en los clubes que pueden pagar jugadoras extranjeras de calidad es casi inmediato, y las jugadoras extranjeras felices de venir, jugar, y trabajar aquí.

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Somos hospitalarixs con lxs extranjerxs, y ellas, habiendo gozado en Europa o EEUU de una mejor formación tanto educativa como deportiva porque la calidad en las escuelas, universidades, e instalaciones deportivas es más un derecho que un privilegio, tienden a tener un mejor nivel que los dueños están dispuestos a pagar. Para ellas, además, México ha sido atractivo porque les retienen menos impuestos que en sus países de origen y la vida, en general, es más barata. Deportivamente igual, México es una opción para continuar y no truncar una carrera que es muy competitiva y hay mucha rotación de jugadoras, o “personal laboral”, donde sea que se juegue.  Ellas están en todo su derecho y capacidades para jugar aquí.

El detalle es que 1) no todos los clubes quieren o pueden pagarlas. 2) Los clubes que no pueden o quieren invertir en sus femeniles, tampoco están dispuestos a pagar mucho más a jugadoras mexicanas con un nivel similar o no tan por debajo. Lo que gentrifica la cancha. Jugadoras nacionales se ven desplazadas de los equipos más competitivos, saturando otros equipos con menor intención de invertir en la femenil. Cuando hay un exceso de oferta de trabajadores, lxs empleadorxs no aumentan salarios. Al contrario, los mantienen bajos porque alguien se va a quedar aunque sea por poco.

#muchopelolandscape en ig

Por ende, no es del todo cierto que al meter más nivel vía extranjeras la liga mejora. A juzgar por el aumento de goleadas en esas primeras dos jornadas, algo me dice que muchas jugadoras desplazadas de talento medio-alto que no ven su trabajo debidamente remunerado, mejor optan por salir del mercado.

A nivel vivienda, algo me dice que la clase media de la CDMX comienza a migrar a otros estados al contar con una provisión de bienes muy por debajo a lo que estaba acostumbrada. No creo que sea una lógica descabellada, pero me faltan más datos para aseverarla. Aunque sí es claro que la clase media es más chica, y que las zonas de la Condesa-Roma, Polanco, o Santa Fe no son iguales al resto de la ciudad.

Así como también es clara la diferencia abismal entre planteles que hay hoy entre los punteros en la tabla y en inversión: Pachuca, Tigres, y América. Y los sotaneros en ambos rubros: Mazatlán, Puebla, Necaxa.

 

Hablando de clases medias, el equipo que se mantiene competitivo es Chivas. Pero Pumas y Toluca, que quizá entraban en ese rubro, hoy parecen ser esa clase media en éxodo al sótano. Así como en número, lxs extranjerxs viniendo a la ciudad son mucho menos que lxs mexicanxs desplazadxs, la diferencia entre altas y bajas en los clubes cada torneo es impresionante.  Los desalojos son iguales a los finiquitos antes del periodo de vigencia de los contratos.

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Y por último, como México no es este país que tienda a regular bien los mercados, se ven fenómenos similares en la urbe y en la cancha.  En ciudades donde el efecto Airbnb también es una realidad como París, Roma, Miami o Nueva York se está buscando reglamentar para proteger la vivienda. En ligas como las europeas o la norteamericana, con todo y la globalización del balón, reglamentan para proteger el desarrollo futbolístico nacional. En España han venido reduciendo el cupo de jugadoras extracomunitarias, derivando también en el regreso de jugadoras como Itzel González, que volvió de Sevilla al Ame. En Estados Unidos, la NCAA es la principal “cantera” y en el draft de la NWSL hay un mayor porcentaje de estadunidenses que extranjeras. En Europa las academias de futbol formativo contemplan edades hasta sub 15, al menos.

En Ciudad de México se ha avanzado en convenios con Airbnb, pero no se ve un plan claro para frenar o dar mejores opciones a lxs desplazadxs. En la Liga MX Femenil no se ve claro que la Federación entre para regular la competencia, el futbol colegial ha venido a menos, y sólo hay una categoría sub 18. Las inversiones van más hacia la compra de talento, que a la formación de talento. Por algo, a pesar de contar con una liga importante, nos falta talento nacional para realmente competir en selecciones mayores.

Preguntas abiertas

En fin, aún es temprano en el torneo, pero creo que el efecto Airbnb futbolero se empieza a ver, y sí, está gentrificando la cancha. Aunque aún hay preguntas abiertas que se quedan ahí, como:

  1. Si el argumento para no contar con un salario mínimo decente era el gran gasto que implicaba, y no era negocio, ¿cómo explicar que un salario altísimo por alguna extranjera reditúe si no se gana el campeonato? Al final, Tigres sigue robando en número de trofeos.
  2. ¿Por qué pagar un salario a una extranjera se ve como inversión y pagar por mexicanas se ve como un gasto?
  3. ¿Cómo cambia la situación para jugadoras extranjeras que no provienen del norte global (Europa y EEUU)? (Ya sea que estemos hablando del país de origen, o del país de la liga previa)

Siento que responder estas preguntas sería apuntar a cómo reproducimos discriminación. En ese sentido, me gustaría sólo decir que aquí intenté explicar qué situación veo, porque no tengo nada en contra de las jugadoras extranjeras. Sólo sí me gustaría entender qué origina que haya tanta diferencia entre nosotras, para paulatinamente mejorar lo que estructuralmente no funciona en la liga, o en las urbes mexicanas.

Paola López Yrigoyen

@KhanPaola

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