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Bobby Moore

El 30 de julio se jugó la final del Mundial de Inglaterra 1966. Los locales Bobby Charlton, Gordon Banks, Geoff Hurst y el capitán, Bobby Moore enfrentaban a la Alemania del Kaiser Franz Beckenbauer en el mítico Wembley, atestado de ingleses deseosos de ver a su país, cuna del futbol, alzarse por primera vez con el máximo trofeo.

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Muchos alemanes también se dieron cita en Londres y la ceremonia de los himnos fue el preludio del partido que vendría. A pesar de que los ingleses empezaron presionando, exigiendo al arquero alemán Tilkowski a mantener su arco en cero, el primer gol cayó para los teutones. Luego de un centro que le dejó la pelota a los pies de Haller, que estaba solo a unos metros de Banks, el delantero alemán la paró y tiró rasante por la derecha.

Seis minutos después, una fuerte falta sobre Moore -mientras se escapaba con la pelota-, dio la oportunidad para un tiro libre que ejecutó el mismo capitán cerca de la banda izquierda. De esta manera, envió un centro a Hurst, que calculó perfecto la pelota y de cabeza conectó para el empate parcial.

Moore era el orquestador del partido, en sintonía con Charlton y Hurst, dando claridad a los ataques ingleses y asegurando la parte defensiva. No por nada Pelé había dicho que era el mejor defensa al que se había enfrentado.

Un tiro de esquina en el segundo tiempo adelantó a los ingleses que ya se hacían con la copa, pero al minuto 89, un tiro libre de Emmerich superó la barrera inglesa, permitiendo que Weber pudiera marcar. Empate a dos en el último minuto y la prórroga por delante.

Al minuto diez, Hurst tuvo un derechazo que pegó en el travesaño y rebotó en la línea, sin quedar claro si la había rebasado o no, puso a todo el estadio en vilo mientras los árbitros se decidían. Inglaterra decía que sí fue, Beckenbauer y compañía presionaban al árbitro por lo contrario. El juez central, Gottfried Dienst, dejó la decisión en manos del abanderado ruso Tofik Bakhramov… La decisión final: la pelota no cruzó la raya.

Ese golpe de suerte envalentonó a los germanos que ya estaban al límite de sus fuerzas. Los ingleses reclamaban, pero el capitán Moore los arengaba Dejen de protestar, ya han tomado una decisión. Inglaterra seguía presionando, pero Beckenbauer lograba mantener a su defensa y ya con un Bobby Charlton cansado, se empezaba a dar el lujo de proyectar hacia adelante, una ventaja con la que Alemania no había podido contar en todo el partido, ya que el joven alemán tenía como prioridad marcar al jugador inglés.

Uno de esos pases largos llegó hasta Emmerich, en posición para encarar a Gordon Banks que poco pudo hacer para detener la pelota. Con la ventaja conseguida, los alemanes retrocedieron y compactaron los huecos en su campo. A pesar de los intentos de Bobby Charlton, siempre con Beckenbauer como sombra, y de Bobby Moore que trataba de organizar una ofensiva inteligente, el gol no caía y el tiempo se consumía.

Moore recuperó una pelota en las últimas del partido y la lanzó hacia Hurst, que la recepcionó con el pecho y empezó a correr sobre el lado izquierdo con un defensor alemán siguiéndolo de cerca. A la salida de Tilkowski, Hurst anotó el gol que daba el empate en el último minuto, pero el árbitro lo anuló: tres aficionados ingleses habían entrado en el campo. No hubo tiempo para más. Inglaterra había perdido.

El partido había sido intenso y lleno de emociones, por lo que aún con la tristeza de la derrota, Wembley reconoció a los 22 que habían dejado el alma en la cancha. El capitán alemán Uwe Seeler recogió la copa Jules Rimet de manos de la Reina Isabel, que se mostró decepcionada de que Bobby Moore no hubiera podido recoger el trofeo. El entrenador de la selección inglesa, Alf Ramsey dijo que si con él -Moore- no ganamos, tal vez Inglaterra nunca lo haga.

Por sus más de 500 partidos en el West Ham y sus 108 juegos con el equipo de los Tres Leones, se erigió una estatua suya en el estadio con una inscripción que reza Inmaculado futbolista, imperial defensa… siempre un caballero.

De haber levantado el trofeo ese día, tal vez estaría añadido inmortal héroe de 1966, pero eso es algo que nunca sabremos.

Esta obra es ficción. Si el gol fantasma no hubiera entrado tal vez hubiera ganada Inglaterra, ya que estaban jugando mejor, pero a los alemanes si no se les da un golpe demoledor, siempre pueden darte la vuelta, y ya habían demostrado que podían sacar el partido. El gol fantasma fue decisivo para ambos.

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Por: Bernardo OV / @bernaov

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