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Chile

Después de ese último penal que se encargó de tirar Silva, las cámaras no se fueron con los chilenos, sino con Lio Messi. El argentino no solo falló, sino que lo hizo volando descaradamente su disparo y de nueva cuenta no pudo guiar a su país a la conquista del título continental. Por su parte, Chile se consagró bicampeón de América en menos de 365 días. Algo que difícilmente sacará de su corazón y mente el pueblo andino. 

Copa América 2015

Un año antes ‘la Roja’ hizo un torneo espectacular en casa, quedándose por primera vez en la historia con el trofeo más importante del continente sudamericano a nivel de selecciones. Chile era sede y su gente no dejó de apoyar en ninguno de los seis partidos en donde su equipo se partió el alma por todo el país. 

Los penales, esos malditos penales que había dejado fuera de Brasil 2014 a los andinos, eran el escenario perfecto para la revancha. Su revancha. Alexis Sánchez, como si de un guion cinematográfico se tratase, no solo anotó su disparo; sino que lo hizo de la forma más humillante posible: a lo panenka.

Chile cumplió; conquistó el continente con guerreros de la talla de: Claudio Bravo, Mauricio Isla, Marcelo Díaz, Charles Aranguiz y Eduardo Vargas; esos mismos que ya se habían consolidado tiempo atrás con una Universidad de Chile más que histórica. Jorge Sampaoli le había callado la boca a todos, armando un cuadro competitivo y muy letal. 

El portero Bravo, su capitán, fue el encargado de alzar los nueve kilos más codiciados para los sudamericanos. Pero después de esa fotografía, ni siquiera ellos imaginaron que eso sería solo uno de los dos mejores logros que tendrían como generación dorada. 

Fase de grupos

La Copa América iba a cumplir 100 años y por alguna extraña razón -las sedes, el dinero y la maldita necedad de darle proyección a la MLS- se decretó a Estados Unidos como país anfitrión. Qué raro. 

El sorteo dejó a Chile, el campeón, junto a la Argentina (que pedía a gritos revancha), Bolivia y Panamá. La primera ronda fue como se esperaba: un cúmulo de emociones. Los argentinos lograron imponerse y en ese partido, el apellido Fuenzalida comenzó a ser indispensable para reforzar la plantilla que ahora era comandada por Juan Antonio Pizzi

Bolivia y Panamá no fueron para nada un problema. Luego de un 2-1 y 4-2 (respectivamente) los chilenos obtuvieron su pase a la siguiente ronda, en donde claro; ellos y los argentinos eran favoritos para levantar la copa. Brasil y Uruguay, recordemos, estaban diezmados y eso lo tenían que aprovechar, pues de las últimas cuatro ediciones; tres se las habían repartido ambas selecciones. 

Cuartos y semis 

Honestamente nadie esperaba que aquella tarde en Santa Clara, los chilenos jugaran como en el barrio cuando eran niños y decían los nombres de sus ídolos antes de pasar la pelota. México calificó como primero de su grupo, invicto, en un torneo al que siempre fue como un invitado más. 

El recital andino no tardó en hacerse presente. Siete, siete humillantes goles se presumían como anotados en la pizarra del estadio. La prensa señaló ese partido como uno de los peores para el Tricolor; pero no solo de aquel año, sino de su propia historia. 

¿Cómo iban a hacerle frente los colombianos después de ello? Y más, con un Eduardo Vargas inspiradísimo, mismo que terminó por ser el líder goleador de la copa… Colombia intentó, pero con todo y ese apagón que aplazó el cotejo, no logró anotar. Que Chile llegara a la final no era la noticia principal, esa; esa era que se repetía la misma final del verano pasado.   

Nueva Jersey

El MetLife Stadium, no podía haber un mejor lugar. La intriga de saber si por fin Messi alzaría algo con su país se presentó y los chilenos, le tenían preparada una sorpresa. Luego de 120 minutos de mucho coraje y pasión: llegaron los penales una vez más. Como si de un deja-vú se tratase.

Imposible explicar cómo esa selección argentina no pudo ganar un solo título. Imposible también, fue ver llorar a Messi de impotencia por fallar. Imposible que Chile, sin Zamorano o Salas, pudiera competir por algo importante. Pero lo que no fue imposible: fue observar a una generación, consagrar un bicampeonato, solo con el corazón de esos hombres; que alguna vez fueron niños y cumplieron el sueño de su vida. 

 

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Por: Bryan Trujillo / @BryanKameron

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