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Pride

No cabe duda de que tanto la FIFA y UEFA saben cómo meterse en problemas gratis, y lo peor es que el causante de todos sus tropiezos, políticamente incorrectos, se deben a las normas que se han cansado de querer implementar y, conforme pasan los años, lucen más antiguas, retrógradas y hasta ridículas; doblando las manos ante cualquier provocación de algún país económica o políticamente importante.

La FIFA hizo un Mundial en Rusia, con todo el problema bélico interno que traían, después anuncia que el certamen mundialista va a ser en Catar (donde selecciones importantes han dicho que debido a sus políticas no asistirán). Después está la UEFA, que dobló las manos ante Hungría en uno de los episodios más tristes e irrisorios de la última década.

Tanto la FIFA como la UEFA han contradecido todo el plan deportivo, administrativo y político que se han encargado de querer establecer en todo el orbe futbolístico pero, momentos de inspiración como éste, en que el dinero va por encima de cualquier causa social.

Hungría demuestra la homofobia de FIFA y UEFA

La FIFA se ha encargado de promover el respeto hacia la comunidad LGBTIQ+; permite que futbolistas transexuales tengan participación; no condena la homosexualidad entre los jugadores y/o fanáticos. En teoría es un ente políticamente neutro y correcto pero… cuando los intereses políticos y económicos aparecen ahí mágicamente la FIFA y UEFA, sacan las garras en pro del negocio.

UEFA anunció que para esta edición de la Eurocopa no se tendría una nación sede, sino que aprovecharían todos los países posibles para poder llevar la competición acabo y que se viajaría de manera constante para poder jugar la fase de grupos, esto le permite a varias selecciones tomar las decisiones que quieran en sus países y estadios ¿o no?

Hace unas semanas Hungría aprobó una ley que prohíbe hablar de homosexualidad en los programas sociales. Esta legislación que levantó mucha polémica en la Unión Europea y que tomó mucho más impulso cuando en el primer encuentro del certamen europeo del grupo de la muerte; entre Alemania, Hungría, Portugal y Francia, Manuel Neuer, portó los colores de la bandera LGBTIQ+ en su cintilla de capitán.

Alemania no había terminado. La situación del brazalete causó controversia en Hungría y también es claro que la Federación y el gobierno húngaro tomaron cartas en el asunto.

La UEFA investigó el caso y amenazaron a Die Manschaft con una sanción millonaria, misma que al final se terminó concretando, demostrando así el interés “neutro” del ente rector del futbol europeo.

Los cuatro veces campeones del mundo no pararon ahí y unos días antes del partido en el que se medirían ante Hungría, la asociación alemana en conjunto con el FC Bayern Múnich y la alcaldía de la capital teutona, anunció que los colores de la bandera de la comunidad LGBTIQ+, serían proyectados en la fachada del Allianz Arena.

https://twitter.com/ApuntesdeRabona/status/1407345271152037890?s=20

Alemania se respaldó y usó los estatutos FIFA para aprovechar el momento y demostrar su apoyo a la comunidad húngara,. Por su parte, Hungría buscó todos los fallos posibles para evitar un problema social y, al final, la UEFA decidió ser “políticamente correcta” y obligó a Die Manschaft a echar para atrás sus intenciones.

La cosa no terminó ahí, la sociedad alemana protestó; hubo espontáneos durante el himno con la bandera LGBTIQ+, el estadio se vistió de arcoíris para demostrarle a la UEFA y a la FIFA que no tienen control sobre la afición y, seguramente más de uno en la cancha y en el palco, se sintió intimidado ante tal reacción.

https://twitter.com/ApuntesdeRabona/status/1407780244375937025?s=20

Sanciones por homofobia

Espera… ¿me estás diciendo que aún cuando la FIFA Y la UEFA sancionan a Alemania por ser inclusivo con la comunidad LGBTIQ+, se atreven a sancionar a aficiones homofóbicas? Bienvenidos al mundo de papel, en donde los entes más importantes a nivel administrativo del futbol modifican las reglas a su antojo.

En cierto países la afición es muy hiriente. En Sudamérica, por ejemplo, la afición de Boca Juniors, River Plate, Flamengo y Fluminense han tenido que modificar ciertos cánticos para no recibir una sanción de FIFA, en este caso vía CONMEBOL, debido a las connotaciones homofóbicas que pueden aparecer, especialmente cuando se trata de los encuentros frente a sus máximos rivales.

En Israel, específicamente con el Maccabi Tel Aviv y el Maccabi Tel Haifa, se prohíbe la entrada de aficionados homosexuales a los estadios, se prohíbe algún tipo de connotación homosexual, se ofende a diestra y siniestra a la comunidad LGBTIQ+ y ahí ni UEFA ni FIFA meten las manos.

Caso muy parecido al de Rusia, gobierno que previo al Mundial, se aseguró de no permitir ningún acto que pudiera manifestarse homosexual ¿Qué hizo la FIFA? Lo que mejor sabe hacer… NADA.

El caso más reciente nos atañe a nosotros, a México, una sociedad a la que históricamente le importan poco las formas, un ente al que “le vale madres” y que sobre todas las cosas el futbol es primero, el deporte no importa tanto y rigen nuestras vidas de tal manera que, como se dice en el argot popular, al mexicano no le puedes hablar de tres cosas sin pelear: Religión, Política y Futbol.

El aficionado efervescente, retrógrada, terco y apasionado no conoce límites cuando se trata de apoyar a su equipo pero, tal vez, solo tal vez, cruzamos una delgada línea que nunca debimos de haber pasado: la del respeto a la comunidad LGBTIQ+ y que, con justa razón, lucha todos los días por tener una vida digna y por gozar de los derechos que todos ser humano debiera tener. 

En 2003, Oswaldo Sánchez regresó a Guadalajara para jugar con las Chivas, venía procedente de las Águilas del América y era recordado por ser canterano de los Rojinegros del Atlas: mala combinación, pero aún así la afición rojiblanca lo arropó conforme fueron pasando los años pero en un principio el: “¡EHHHHHH PU$@&!” apareció en las gradas.

En un principio parecía una picardía más de la afición mexicana, algo inofensivo sin ningún tipo de connotación homofóbica pero, conforme fueron pasando los años el grito pasó a ser considerado como ofensivo y no solo por la sociedad mexicana fuera del futbol, sino por la mismísima FIFA.

Llamamos la atención, FIFA y CONCACAF estaban sobre nosotros y eso no es bueno. La afición no se calmó, insistió en ser escuchada, siguieron gritando y Gianni Infantino no lo soportó y comenzó a regalar sanciones económicas al futbol mexicano, al inicio no fueron fuertes, pero ante la negativa la cosa se puso seria.

De a poco comenzó a apacigüarse, se fueron calmando, pero ante una pandemia que los mantuvo alejados poco más de un año de los estadios, la vuelta resultó ser un completo caos, al menos tratándose de la Selección Mexicana, misma que ya fue multada de manera económica y que recibirá sus dos primeros encuentros de las eliminatorias rumbo a Catar 2022 sin público en las gradas.

A la gente le importa poco, pero mientras la FIFA defiende a países reconocibles como homofóbicos, permite que países con esclavitud albergue Mundiales y privatiza, a su manera, al balón.

Leer más: Justin Fashanu, una condena insufrible

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Por: Marcos Olvera / @MarcosOlvG

 

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