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Perú Argentina 1964 tragedia

En 1964 se disputó el torneo preolímpico sudamericano en Perú, en el que se buscaba a las dos selecciones que viajarían a Tokio para los Juegos Olímpicos de ese mismo año. Sin pensarlo, sucedería una de las mayores tragedias en la historia del balompié. El 24 de mayo quedaría marcado por el trágico suceso.

Perú se medía ante la albiceleste. Los incas llegaban con dos triunfos y un empate, mientras que Argentina, tenía cuatro triunfos consecutivos. La albirroja necesitaba por lo menos de un empate para seguir en la pelea por el repechaje que los mandaría a Tokio. La siguiente cita: el Estadio Nacional de Lima.

Silbatazo inicial

Ante más de 45,000 espectadores, el árbitro uruguayo, Ángel Pazos, dio el silbatazo
inicial. Perú se mostraba dominante durante prácticamente todo el primer tiempo,
sin embargo, no tenía jugadas claras de gol. En el segundo lapso del partido,
Argentina abrió el marcador con gol de Néstor Manfredi después de un mal rechace
del cancerbero peruano en un tiro de esquina, en el que Manfredi solo empujó el
balón al marco peruano.

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A pesar de ello, Perú se mostraba insistente por el empate. Corrían los minutos finales, cuando en una jugada desafortunada por el defensor argentino, Horacio Morales, intentó despejar el balón, el cual, en un rebote, le cayó la redonda a Víctor Kilo Lobatón, en donde mandó el balón a la portería argentina.

En un Nacional abarrotado, corría la alegría y euforia por el gol que significaba el empate en el marcador. La fiesta se acabó cuando el árbitro señaló una infracción sobre el defensor argentino, finalmente terminó por invalidar el gol de Kilo.

La bomba que detonó el caos

Las sonrisas se transformaron en una ola de reclamos hacia el árbitro Pazos. El
partido siguió ante los reclamos de jugadores, pero a los pocos minutos cambiaria
la historia. Ante el gol anulado, Víctor Vásquez, mejor conocido como el Negro Bomba, se
escabulló entre las gradas para posteriormente saltar a la cancha con el cuello de
una botella para agredir al árbitro.

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Ante esta situación, el árbitro uruguayo decidió dar por terminado el partido, otorgándole la victoria a la albiceleste. Al mismo tiempo, la policía rápidamente actuó sobre el agresor; soltó a los perros de seguridad para después golpear y tomar al Negro Bomba. A la par, Germán Cuenca -otro aficionado más- quiso replicar lo del Negro, pero también fue detenido.

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¿Quién era el Negro Bomba?

A Víctor se le conocía por un hombre de cuidado, porque según testigos, era una
persona de “mecha corta”. El Negro Bomba ya tenía antecedentes de hacer disturbios en los estadios. Por ejemplo, en algunos encuentros de la selección peruana y en un partido del Alianza Lima. Así que aquella tarde dominguera cambió gracias al actuar de Bomba.

Perú se encontraba con algunos problemas político-sociales y también económicos. El tema de la represión policial era solo uno de los problemas que aquejaba a la sociedad peruana. Entonces, ante los ojos de la afición de la respuesta brusca de la policía sobre Víctor Vásquez, se generaría una bola de reclamos ante los de seguridad.

El “lacrimógeno” Nacional

La afición -frustrada por el gol y el enojo ante el accionar sobre el Negro Bomba- empezó a lanzar objetos a la policía, además de prender fuego en las gradas del Nacional; la principal zona de conflicto se encontraba en la zona norte, el cual se extendería a lo largo del estadio.

Ante ello, el comandante de policía, Jorge Azambuja, ordenó lanzar bombas de humo y gases lacrimógenos para tratar de someter a los hinchas. La orden de lanzar gases lacrimógenos originó que causara asfixia e irritación en los ojos, así como algunos daños en las vías respiratorias. Varios de ellos resultaron lesionados, incluso muchos perdieron la vida.

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Con la desesperación y el miedo a plomo, las personas querían salir del Nacional, pero las puertas estaban cerradas, lo que causó una avalancha de personas, en donde unas a otras se pisoteaban y aplastaban a los demás; el resultado: varios heridos y fallecidos.

¿Por qué las puertas estaban cerradas?

Las puertas del estadio se habían cerrado por la cantidad de personas que estaban entrando a presenciar el encuentro. Anteriormente se abrían en los minutos finales del partido, ya que muchos aficionados solían ir en esas instancias del partido porque se pensaba que lo más emocionante estaba al final. Pero ante la gran cantidad de hinchas que estaban entrando, el estadio se cerró.

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Pitazo final de vidas

Finalmente, los accesos se abrieron y la gente pudo escapar, pero el problema no acabó ahí. La policía ya esperaba a los aficionados a las afueras del Nacional, el cual se encontraban armados; algunos disparos se empezaron a escuchar, en donde también hubo personas fallecidas. Los hinchas que lograron escapar, algunos de ellos, siguieron con varios destrozos hacia propiedades (edificios, iglesias, oficinas) e incluso autos y autobuses.

El torneo terminó suspendido, el cual, Argentina quedó campeón del certamen. El partido por el repechaje se jugó en Rio de Janeiro, donde la Canarinha se media a Perú. El resultado fue de 4-0 a favor de Brasil. El efecto de la bronca masiva: más de 500 heridos y 328 fallecidos.

Sin embargo, se dice que el resultado, tanto de heridos como de muertos, es mayor por la magnitud del problema. Los rumores dicen que el gobierno cubrió las cifras exactas de personas heridas y muertas.

Estadio Nacional del Perú

El gobierno declaró siete días de duelo y se suspendió las garantías constitucionales. El castigo se fue hacia el comandante Azambuja que recibió una condena de 30 meses en la cárcel por la orden de lanzar gases lacrimógenos. El Negro Bomba también fue llevado a prisión junto con otras 50 personas.

El gobierno, ¿culpable?

El juez, Benjamín Castañeda, quien llevó el caso, también recibió acusaciones por presentar el informe tardío y no practicar las autopsias sobre los cuerpos. Sin embargo, años más tarde declaró que el informe del gobierno sobre las víctimas no era real, ya que se omitieron algunos casos. Por ejemplo, los lesionados y fallecidos que se encontraban afuera del estadio.

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También, culpa al ministro de Gobierno, Juan Laguasco, de ser el principal responsable del problema, ya que pensaba que fue un plan para “avasallar al pueblo”. El juez Castañeda, también inculpaba al Gobierno del entonces presidente Fernando Belaúnde, de un plan represivo hacia las personas que estaban en contra de sus ideales.

¿Por qué el fanatismo llega al punto de generar violencia?

Desgraciadamente, aún siguen sucediendo algunos casos -quizá de menor magnitud- en los estadios del mundo. A pesar de que existen protocolos para salvaguardar la seguridad de las personas, esta situación parece un cuento que nunca se acaba.

Por Carlos O / @Charly_oncz

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