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Reducción de salario al futbol femenil

Desde que tengo memoria soy Maggie. Mi nombre es Margarita Morett Chávez, es mi identidad oficial, la que reconoce el Estado y la que me dieron mis padres. Mi identidad, con la que me reconozco y me nombro: Maggie. Es cierto que yo la adopté, pero quien me la entregó fue el futbol. No sé cuándo ni cómo sucedió, pero todo inició cuando el balón llegó a mis pies.

En el juego nunca destaqué por ser la mejor jugadora o la más hábil, pero siempre tuve algo especial, una especie de destello para que alguien dijera: “Hey, dénsela a Maggie, ella sabe lo que hace”. Tal vez era mi técnica, mi golpeo de pelota, mi velocidad o simplemente la conexión entre el balón y yo.

De mi época como jugadora las frases que más recuerdo son: “Mírala cómo corre, nunca se cansa”, “es super entregada”, “ella solo baila en el campo, juega y se divierte”. Con el tiempo entendí que Maggie es un guiño entre pasión, diversión y compromiso, pero un día dejé de ser Maggie.

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En la universidad atravesé una crisis deportiva. Me sentía una impostora, me consideraba una persona sin talento, no asimilaba que podía pertenecer al Representativo de la UNAM, estaba afligida. Horas antes de un partido, en un torneo en Monterrey le conté mi situación a una amiga, Patricia Valdés o mejor conocida como Fierro, ella me dijo: 

«Sé cómo te sientes y me ha pasado más de una vez, solo estás en un mal momento. Lo que tienes que hacer es imaginarte como si fueras otro jugador. A mí me encantaba ver jugar a Matías Vuoso. Sí, antes de un partido me siento insegura me veo al espejo y me digo eres Vuoso, juegas igual que él. Lo mismo hago con Messi o Cristiano Ronaldo, sé que no soy ninguno de ellos pero me imagino haciendo magia y un estadio coreando«.

En el vestidor vi cómo Paty se dirigía al espejo y miraba su reflejo fijamente durante unos segundos. Cuando entró a jugar hizo dos tiros a gol, dos trallazos que hacían honor a su apodo. Entendí que ella ya no era Fierro, era Vuoso o CR7. Fue un partido que me conmovió y me hizo amar de nuevo el juego. Aunque meses después dejé el futbol, me llevé el consejo de mi amiga.

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Decidí aplicar la imagen de los referentes en muchos aspectos de mi vida. Si tengo que escribir un texto me imagino que soy Guadalupe Nettel. Si se trata de pódcast imagino que soy Tamar Charney. Si tengo que narrar un partido de futbol entre amigas, imagino que soy Marion Reimers. En mis momentos de aspiraciones más locas soy Leila Guerriero. Evidentemente no soy, ni seré ninguna de ellas, no puedo, simplemente, porque yo me llamo Margarita Morett y mi camino de prueba-error apenas está iniciando. Los referentes me ayudan a tener aspiraciones, atreverme a hacer las cosas y creer en sueños locos. 

El único espacio en el que no puedo aplicar el consejo de Paty es en el campo de juego. Es cierto que admiro el talento de muchas jugadoras como Rose Lavelle, Nayeli Rangel y Kenti Robles, pero no me visualizo como ninguna de ellas porque el futbol es el espacio donde me encuentro a mí misma, a Maggie.

Hace años dejé de jugar y creí que me había perdido, estaba equivocada, porque el balón jamás nos abandona. En más de una ocasión, estando sentada, me he sorprendido coordinando parte interna y externa del pie. A veces, mientras camino voy imaginando jugadas: toco y me muevo. En otras ocasiones, mis momentos de lucidez intelectual llegan con la frase: “Es como cuando juegas futbol”.

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Con el tiempo he entendido que nuestras pasiones nos ayudan a definir nuestra identidad. Maggie es acelerada pero con la cabeza fría en momentos clave; una lateral, con visión e idea; una mediocampista, con ganas de resolver; una delantera, ganas de entregarlo todo por una comunidad que la inspire; una hincha. Tiene miedo pero se atreve y juega. 

Hoy puedo decir que soy Maggie y, si un día me pierdo, si un día olvido quién soy ¡por favor, aviéntame un balón de futbol y pídeme que juegue! Porque ahí, en la pelota, entre costuras, caídas y triunfos, siempre estará Maggie.  

Por: Maggie Morett /@MorettMaggie

 

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