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Carlos Salvador Bilardo

El 17 de octubre de 2001, Carlos Salvador Bilardo se lanzó como candidato a la presidencia de Argentina para las elecciones de 2003. Anteriormente, el director técnico había conducido a la Selección de Libia –al vencer a Mali en un histórico triunfo–, a la etapa de grupos para clasificarse al Mundial de 2002 en Corea y Japón. Sin embargo, Carlos decidió no afrontar el reto y separarse del cuerpo técnico. Quizá tras haber conseguido la cumbre más alta al salir campeón en México 86 se sintió realizado y sin ambición de seguir en aquel proyecto. Pero aún quedaba una motivación extra, una que se encontraba fuera de las canchas.

Una combinación de crisis económica, social y política produjo un hecho irreversible, por lo cual los días 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina nunca serán olvidados. El desencadenante inicial fue una disposición del gobierno que limitaba la extracción de dinero en efectivo de los bancos, lo cual afectaba principalmente a las clases bajas. Estos hechos ocasionaron una huelga, lo que produjo posteriores estallidos por todo el país.

El presidente en turno, Fernando de la Rúa, renunció y abandonó la Casa Rosada. Cuatro presidentes más lo harían en las próximas dos semanas. El grave escenario político en Argentina quedó evidenciado. Aquel estallido fue clave para entender la historia del país en las últimas dos décadas. Ahí apareció Bilardo, quien al igual que muchos ciudadanos, no confiaba mucho en la justicia, y buscó, a partir de su reconocimiento, entrar en el mundo político. “Si me votan todos los que me dicen, va a ser un paseo”.

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A la candidatura política

Carlos Salvador Bilardo, sin mucho conocimiento político, mandó a imprimir publicidad que acompañara a su campaña. Aquellos carteles fueron puestos por las calles más concurridas de Buenos Aires. Haciendo alusión a su papel de director técnico y gestor dentro del campo, acompañó a la gente encargada de colocar aquellos pósters. Táctico como en la cancha, sugería cómo y dónde ubicarlos.

Luego, fiel a su cultura futbolística, haría una convocatoria para lanzar un doble anuncio: El primero de ellos era la creación de un partido político que llevaba por nombre ‘Unidad’ (“UNO”); también anunciaba su candidatura a la presidencia para las elecciones de 2003. Lo curioso aquí fue la fecha de la cita, pues el estratega citó a todos el primer minuto del primero de enero de 2001. Al ser Año Nuevo, se creía que nadie llegaría al llamado, sin embargo, a la hora señalada llegaron cámaras de todos los canales de televisión.

Bilardo definió su partido como un centro integrado por empresarios, gente trabajadora, médicos, ex fiscales y ex jueces. Tras su primera conferencia tiró algunas frases hacia los diputados. «Yo a los empresarios y políticos jamás les pedí un favor, ninguno me dio nunca una moneda; por el contrario, me quitaron muchas cosas. Perón decía: «Abrazo a algunos, pero no los quiero». Pues yo no soy de dar abrazos. A los que no quiero directamente no les hablo.» Además, esa noche también declaró que Diego Armando Maradona podría sumarse como ministro.

Surgió un problema, pues su partido político carecía de un valor asignado por la justicia electoral. El director técnico buscó que, al menos las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, y Misiones, fueran reconocidas como capital federal, pues con estos cinco distritos Carlos sería capaz de competir en las elecciones de 2003. 

En su intento por obtener las firmas necesarias y tener la aprobación de las autoridades, Bilardo iba a las canchas y los hinchas le firmaban para que UNO entrara a la competencia electoral. Pudo inscribir al partido en la capital, llegando a siete provincias. Ponía una mesa a las afueras de la cancha de San Lorenzo y ahí todo mundo firmaba, vaya visión.

Firmas, propuestas y adversarios

Asegura Martín Sesana (productor de Bilardo) que, desde su estadía en Boca Juniors (1996) como director técnico, nació en Carlos esa pasión por la política. Decía que, salvo Antonio Cafiero, él era el dirigente de más edad en Argentina. También contaba que perteneció a la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), una organización política creada en 1953 por el Ministerio de Educación. 

Cuando le preguntaron si revisaría las privatizaciones, él respondió: «A cada empresa le voy a poner un stopper, como en el fútbol, ¿vio?, que es la marca-marca. Vos, empresa, decime: ¿qué hiciste por el país? Dejame estudiarte a ver qué hiciste estos últimos diez años. Pum. Chau”.

La intención de su partido UNO se basaba principalmente en proteger los derechos individuales, respetar la constitución y la industria. Prometía seguridad y aumentar las penas del código penal. Fortalecer la seguridad, la economía, la salud y la educación desfilaban en el primer plano de sus intenciones.

Decía Juan Sasturain (escritor, periodista, guionista de historietas y conductor de televisión), “Si un impresentable como Marcelo Levingston podía ser presidente sin otro atributo que haber sido señalado por el dedo del gorila de Lanusse, Carlos Bilardo podía llegar donde quisiese bajo la mirada rectora del incorruptible Osvaldo Zubeldía”. 

El mismo Sasturain se preguntaba qué había hecho Bilardo para ser candidato a la presidencia de Argentina. Decía, “Bilardo es al fútbol argentino lo que Alsogaray ha sido a su economía: odiados y pertinaces profetas de religiones de mezquinos. La diferencia es que Alsogaray tuvo siempre a los milicos pero nunca tuvo un Maradona que le salvara los chamuscados papeles, entreverara los méritos, enturbiara el agua. Y además hay otra cosa, que en este país pesa: el soberbio Narigón les ganó –Diego mediante– a los ingleses. Ya está. Lo que pesaba aquella victoria en México 1986”.

César Luis Menotti, ex campeón del mundo en 1978, dejó una de las frases más curiosas respecto a Carlos Bilardo, recordando que entre ellos había existido una rivalidad dentro de las canchas: “La política es generosa si lo saca a Bilardo del fútbol”.

El sueño político de Carlos Salvador Bilardo se desvanecía hasta desaparecer

Su candidatura para 2003 no llegaría como él la había deseado; la llama del entusiasmo se apagó y para el Mundial de Corea-Japón de 2002, prácticamente no se hablaba de su postulación. Poco tiempo después volvió al futbol para dirigir a Estudiantes en mayo de 2003. Martín Sesena mencionó que pasaron dos situaciones clave para que Bilardo se alejara poco a poco de su idea por la presidencia. La primera: su mujer, Gloria, no estaba de acuerdo con que su marido incursionara en la política; la segunda: en cuanto más avanzaba políticamente, más capital necesitaba, dándose cuenta de que, sin dinero, no se podía (puede todavía) hacer política. Una tercera que le faltó a Martín: la justicia electoral nunca reconoció su candidatura.

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Por: Julio Rodríguez

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