Sabemos que el futbol es el deporte más seguido en el mundo, quizá por la facilidad que conlleva practicarlo o tal vez porque ha sido y será, el juego más publicitado en cualquier medio de información. La pelota se mueve en donde sea, solo basta recordar cómo jugadores como Pelé o Maradona dominaban y jugaban en cualquier sitio que convertían en su campo con una pelota hecha de trapo.
El futbol es un deporte no tan noble en su origen al establecer sus primeras reglas en los altos colegios británicos como Cambridge 1; pero que por sus características de ejecución y práctica, lo hacen un juego generoso todos. Esto no ha dejado detrás su gran impacto en las distintas sociedades a lo largo del mundo entero. Algunos pueblos lo han adoptado como una ideología y forma de mostrar sus raíces y costumbres, otros lo han adquirido con el tiempo para permearlo en su gente hasta llegar a dominarlo de forma genuina.
Un balón que es el mundo
La influencia del balompié a nivel mundial es inconmensurable, forjado en la vieja Europa de finales del siglo XIX, exportado a América años después para no dejarlo ir nunca más, y más aún, imprimirle un sello que se vería reflejado con el paso del tiempo bajo matices latinos que lo han aderezado de mayor color y manifestación lúdica en su máxima expresión.
Es así como este hermoso deporte se ha internado en las diversas sociedades y culturas, y ha logrado crecer de forma importante en el aspecto emocional de cada una de ellas al ver a su respectiva nación disputar un partido de la índole que sea.
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Basta citar al gran escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien sumergido en su gusto por este bello deporte nos dejaba la siguiente frase como parte de su legado haciendo referencia a la estrecha relación que guarda el futbol con la sociedad y no decía como sigue: “En el fútbol, ritual sublimación de la guerra, once hombres de pantalón corto son la espada del barrio, la ciudad o la nación».
La “Guerra del futbol”, política y el deporte
Es tal la relación intrínseca entre el balompié y sociedad que los conflictos bélicos entre dos países han culminado en situaciones tan olvidables como ligarlos a partidos de futbol, tal como sucedió con la llamada Guerra del fútbol, acaecida en 1969 en medio de lo que fue una coincidencia con respecto al encuentro armado entre Honduras y El Salvador, quiénes dirimían una diferencia por unos campos de cultivo entre sus fronteras, y en el campo de futbol al disputarse la eliminatoria mundialista para la Copa del Mundo que se realizaría un año después, en México.
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Finalmente El Salvador ganaría tanto la lamentable guerra en las trincheras como en el rectángulo verde para disputar su primera Copa del Mundo; la segunda ocurrió en España 1982. Así podremos relatar muchos más casos que por añadidura invaden tanto al deporte más practicado del mundo como a la convivencia misma entre culturas tan diversas y distintas entre sí. Por ello pasemos a la relación intrínseca de futbol y sociedad que a continuación nos revela la delgada línea que separa el fanatismo del real aficionado del deporte, en este caso el balompié.
La “Hinchada”, los “Torcedores”, los “Hooligans”, los “Tifosi”, la “Barra»…
La pasión de la cancha, del colofón de los campeonatos ganados o también aquellos que aunque no se obtuvieron fueron parte de la historia de cualquier equipo, hacen que se traspase ese sentimiento a los aficionados, a los fieles seguidores que semana a semana alientan a sus respectivos conjuntos de una forma extraordinaria; a lo largo de la historia del Futbol han existido casos de parcialidades muy especiales, hablemos de algunas que podríamos considerar las más representativas tanto en número como en su fidelidad y arrastre.
El sentido de pertenencia, el compartir ideologías y filosofía, de ser parte de un mismo grupo que trae consigo fibras inherentes a su historia, a su idiosincrasia o simplemente por el hecho de tener apego a ciertos colores o nacionalidades, esa es la parte que une al futbol con la sociología y los comportamientos de la gente cuando se involucra en forma de grupo o “barra”. Así sucede con los aficionados al balón.
Así se ejemplifica con los llamados Hooligans, los tan afamados seguidores que surgieron en el Reino Unido y que detrás del argumento de seguir determinados colores, de una pauta conductual o de pertenencia a ciertos barrios, es que se fortalecieron alimentándose del yugo de un bello deporte donde la redonda es el personaje central. Más allá del querer alentar a un equipo sea cual sea, se desvió la atención de estas multitudes por causar daños, malestar, violencia desmedida y partirle el corazón a este bello deporte con atentados lamentables.
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Uno de estos y quizá de los más recordados fue aquella final de la antigua Copa de Europa de Clubes (Actualmente UEFA Champions League) y que confrontaban a dos de las aficiones quizá más aguerridas de sus respectivos países, los Tifosi de la Vechia Signora del calcio como se le conoce al equipo bianconero de la Juventus de Turín y enfrente a los Reds del Liverpool, equipo tradicionalista en Inglaterra y hasta ese entonces el más ganador de la Liga, hasta que se construyó el proyecto de Premier League a partir de 1993 donde el Manchester United lo desbancó.
Era el 29 de Mayo de 1985, el escenario en ese momento, el Estadio de Heysel, Bruselas, Bélgica. Juventus vs Liverpool, Italia e Inglaterra, dos países cuyas ligas vivían buenos momentos; Inglaterra había dominado la Copa de Europa en los últimos 10 años con victorias del Nottingham Forest, Aston Villa y el mismo Liverpool, por su parte la Juventus traía en su plantel jugadores que fueron campeones del mundo en la Copa Mundial de Futbol de España en 1982.
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Todo esto aderezaba de forma equivocada un ambiente de revancha entre aficiones, sumado al auge precipitado de los Hooligans, a la mala distribución de los fanáticos, todo lo anterior dio el condimento necesario para que la gente de ambas escuadras se comenzarán a abalanzar entre sí, hasta que la línea de tranquilidad que debe imperar en cualquier evento público, y más deportivo, se rompiera inevitablemente.
Todo fue antes del comienzo del partido, más controversia para la UEFA al haber forzado un juego que ya traía consigo un hecho terrible. Finalmente con gol del astro francés Michel Platini el cuadro de Turín venció 1-0 al Liverpool para coronarse de forma gris.
39 personas lamentablemente fallecieron y esto dejó huella al futbol, a su propósito de ser un juego que debe unificar criterios y solo dirimir diferencias a través del mejor manejo de un balón, de ser algo lúdico que une a sociedades tan diferentes entre sí pero que puedan comunicarse y entenderse por este bello deporte, quedó muy afectado y prendió focos en las autoridades como la UEFA y FIFA en cómo regular la participación de las masas en los estadios, desde su comportamiento hasta su forma de expresarse.
América Latina
Es sabido el fervor con que se vive el futbol en nuestro continente, sólo basta mirar al cono sur para sentir en viva piel como se llega a vibrar por este magnífico deporte. Históricamente de acuerdo a sus resultados en copas mundiales, han sido tres países los que han logrado ganarse un alto respeto a nivel mundial por sus jugadores, por sus formas de desempañar el juego y sobre todo por sus aficiones que reflejan también mucho de lo que su sociedad trae inherente por cultura, pensamiento y forma de construir relaciones.
Hablamos de los dos gigantes del Río de la Plata, Argentina y Uruguay, ambos países dos veces campeones del mundo, y sumado a ello, Brasil, pentacampeón del mundo y considerado por mucho como el que mejor desarrolla este bello deporte inventado por los ingleses.
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Podríamos inferir sobre el clásico en Argentina entre dos equipos bonaerenses que resulta radical en cuanto a sus formas de pensar y su misma génesis, hablamos del Boca Juniors vs River Plate; el primero se trata del club cuyo origen es el Barrio de la Boca, quizá en la zona antes marginal de la capital, llamado Boca Juniors y creado por antiguos genoveses por ello el mote de Xeneizes, por el otro lado el equipo antagonista llamado River Plate, fundado también el la “Boca” pero años después mudado al otro lado de la ciudad en Belgrano, barrio de mayor alcurnia y que finalmente reflejaba la disparidad de criterios de ambos bandos desde su formación y la razón de ser.
Hablando de temas históricos que involucran a estos países sudamericanos existe otro evento que marcó al balompié, a la gente de un país entero y sucedió en 1950. Marcó no solo al futbol sino a una afición habida de títulos y que contaba con grandes figuras como Friaca, Ademir y Jair por Brasil y a guerreros con mentalidad como: Varela, Ghiggia y Schiaffino por los charrúas.
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Brasil y Uruguay empataban 1-1, resultado que daba el campeonato a los amazónicos, sin embargo, lo inesperado vino al minuto 79 cuando Alcides Edgardo Ghiggia anotó a primer poste del arquero Barbosa, para paralizar a los presentes y a todo un país entero que se hacía con el festejo en sus manos, pero que ahora tendría que soportar una de las tragedias más recordadas en el futbol mundial, el famoso “Maracanazo” había ocurrido y Uruguay se coronaba campeón del mundo por segunda ocasión.
A partir de ese momento Brasil no usaría la camiseta blanca y cambiaría a la verde amarella, quizá como afrenta para que sus aficionados olvidarán tal tragedia. Dejamos tres relatos de eventos que marcaron evidencia de la fuerte correlación existente entre el aspecto sociológico de cualquier parte del mundo y su inherente cabida en el deporte más practicado y por lo tanto más popular del mundo: el futbol. Solo al final bastará definir quién afectó más a qué tras estos sucesos; si el futbol a la sociedad o la sociedad al futbol en su agravio.
Por: Takeshi