Scroll Top
Carta

Decidí escribirte quince años después, vi las noticias deportivas, me vi en el espejo
y te recordé. Es domingo, te levantaste desde las ocho y estás emocionada porque
hoy vas a ver a tu hermano jugar futbol. Hoy tú también tienes partido, tienes siete
años, llevas puesta tu playera del Barça con el nombre de Ronaldinho; alguna vez
escuchaste de Maribel Domínguez pero no tienes otra mujer referente.

Te amarras tus tenis Total 90 plateados con rojo, no te importa que seas la única niña en la
cancha, solo quieres jugar. Si te tiran no puedes llorar, si te pegan no te puedes quejar, si te empujan aguantas, porque eres niña y no puedes dar pretextos para que no te dejen jugar futbol. Si te dicen machorra, te da igual.

Cuando tu cuerpo cambió ya no pudiste jugar con hombres, no estaba permitido. Tenías que jugar en los equipos de tu cuadra o viajar una hora para encontrar nivel, pocas veces las chicas eran de tu edad, casi siempre eran mayores. El mayor nivel estaba en la Liga Mayor Femenil. Siempre quisiste más y recurriste a la pared para practicar, aprender a dar pases, bajar el balón, recortar. En esa pared que es inamovible, eterna.

En el 2017 cuando iniciaron las pruebas para la Liga Femenil ya tenías veinte años, te enteraste que solo habían dos cupos para mayores de 23. Analizaste el panorama, no hay un salario; es una beca de 2500 pesos con la cual no puedes pagar gastos alimenticios, ni hospedaje. Si lo logras te quedarán dos o tres años de carrera profesional futbolística. Estás en edad universitaria, te convences y dejas atrás las pruebas porque es un proyecto emergente. ¿Estudiar o el futbol? muchas se encuentran en esta situación; tú apuestas por terminar una licenciatura.

Años después empiezas a ver resultados de la Liga, te emociona ver jugar la final femenil de América vs Tigres en el Azteca. Ya hay referentes femeninos, Ana Paola López, Diana Gómez, Nayeli Rangel. Las Pumas juegan su primer partido en el Olímpico Universitario. Escuchas la noticia de una barra feminista que apoya a todas las jugadoras y al futbol femenil.

Al igual que muchas aficionadas confías que el futbol femenil seguirá creciendo. Te emocionan las posibilidades que existen para las siguientes generaciones, bajar el balón y driblar no se limitará a un juego en la pared. Aquellas habilidades tendrán un futuro en el mundo deportivo.

Un día verás la noticia en medios digitales, en la que se anunció que el club Monarcas cambió de sede a Mazatlán, alrededor de 763 km de distancia. Los jugadores de la rama varonil se enteraron del cambio, pero ellas, las jugadoras profesionales, no lo hicieron hasta un día antes de vencer el contrato que tenían con el club.

En ese momento frente al espejo, entenderás la situación que existe en el futbol femenil, la de un muro. Sin embargo, esta vez no es el muro o la pared que te enseña a controlar el balón, es el muro de la violencia de género en el deporte y las condiciones de precariedad laboral que de continuar impedirán el crecimiento de la Liga y de nosotras en la cancha.

Mira más: Futbol femenil disidente: ¿prohibir el juego por 50 años?

Por: Maggie Morett / @MorettMaggie

 

Entradas relacionadas